sábado, 23 de mayo de 2015

Top Ten Canciones-Sorpresa de Película


 
Joyeux Anniversaire, Lisi!
La situación es la siguiente: tu estás sentado mirando una película, te lo estás pasando relativamente bien... y de repente alguien se pone a cantar inesperadamente una canción que te hace disfrutar aún más del evento. Este tipo de trucos funciona bastante bien si uno elige el momento y la canción adecuados, y para muestra vamos a exhibir 10 ejemplos de ello.
Obviamente no vale poner en el ranking películas que son musicales, porque ahí ya se sabe que alguien que está a punto de morirse en el medio del desierto en un rapto de frenesí comienza a cantar al sonido de trompetas mientras bailarinæs que salen de la nada danzan alrededor de el(la), y eso no tiene gracia como canción-sorpresa. Entiendo que hacer esta restricción es una pena, porque quedarán fuera del ranking piezas de arte como el sonido de la música o Priscilla y sus amigas, pero reglas son reglas y lo demás es compás.

Otra obvia advertencia es que no venga nadie después a decirme que me he olvidado de cuando la Yudi Garland cantaba bajo el arco iris o alguna otra escena equivalente, que yo obviamente no me vi todas las películas de canción-sorpresa, e incluso algún otro individuo que hubiera registrado exáctamente las mismas películas que yo probablemente sacará otras conclusiones. Esto de que los seres humanos somos mas o menos únicos por culpa del azar en la secuenciación del ADN que ocurre unas pocas horas después de que nuestros padres han tenido sexo sin protección es un misterio increíble de la naturaleza, como la pajarraca de Eurovisión.

Hechas las advertencias, tened a punto las palomitas que aquí van, en orden ascendente a factor de impacto. Sit down, relax, vermú con papas fritas, y good show!



Puesto nro. 10: Rock n Roll Music -Young Einstein

En esta absurdísima comedia australiana, te enteras que Albert Einstein en realidad nació en Tasmania, tuvo un romance con la Mari Curi, y descubrió la espuma cervecera rompiendo átomos con un cincel. También inventó la guitarra eléctrica entre otros artilugios modernos. La escena final de esta divertidísima historia -que es donde aparece la canción sorpresa- ocurre al regreso del hijo pródigo a su pueblo natal de granjeros, y nos permite ser testigos de nada más y nada menos que del momento del nacimiento del Rock n Roll... Yeah!


Puesto nro. 9: My funny Valentine - The Fabulous Baker Boys
La Miguela Pfeiffer era NADIE en el mundo cinematográfico hasta que de repente se subió arriba del piano de los Baker y se puso a cantar mostrando voz y piernas. Allí ni la tierra siguió girando alrededor del sol ni -como cree una buena mayoría de los de por aquí- el sol alrededor de la tierra, sino que fue ella el centro de atención del universo, y el motivo de una sobreproducción de hormonas masculinas que fue registrada sismológicamente allá sobre fines de los años 80.


Puesto nro 8: Volver - Volver
"Callaro! Sentaro! Ta mujé va cantá!" es el preludio de uno de los momentos más bonitos de la peli de Almodovar, cuando la Raimunda nos regala una versión flamenca del tango que Gardel hizo popular en el hemisferio boreal antes de morir calcinado en ese trágico accidente de avión, Pobrecillo. Y no importa que la voz que escuchas salir de la pantalla no sea de la Penélope de Alcobendas, igual esta canción hace derramar lágrimas hasta de las muertas que están escondidas en el maletero del coche... El momento es tan bueno que fue esta escena la que pasaron en la entrega de los Oscars cuando la nominaron a la Pe a mejor actriz. Premio que no ganó pero que al año siguiente como consuelo se llevó la estatuilla por hacer de loca en esa horrorosa película de Gudi Alen.  Es que las grandes artistas son así de versátiles, hoy te cantan flamenco y mañana te persiguen con un cuchillo...

Puesto nro. 7: Waterloo - Muriel's Wedding

Mucho antes de ser la madre del niño de los seis sentidos, Muriel era una chica con la que todos nos identificábamos: con un poco de sobrepeso, fan total de Abba, viviendo en una familia de weirdos y loser total entre sus amigas. Hasta que aparece la que luego acabará siendo la histérica de los 2 metros bajo tierra y se convierte en su amiga íntima e incondicional. Y nada mejor que celebrarlo con un lipdub de una canción de Abba frente a sus ex lagartamigas. Ay, que linda la amistad!


Puesto nro. 6:  A kiss at the end of the rainbow - A Mighty Wind
Sobre el final de este delirante mockumental, Mick and Mitchey se ponen a cantar sobre el escenario la canción que los hizo famosos años atrás, mucho antes de su escandaloso divorcio, y que debería incluir un beso como broche final del repertorio. ¿Lo repetirán o no? La escena fue tan buena que tuvieron que actuarla en vivo en la ceremonia de los Oscars, aunque tampoco ganó quizás también por culpa de esa maldita secuenciación del ADN humano que hace que no a todos les guste lo mismo.


Bonus Track: Salí porque salí - Entre Tinieblas



Puesto nro. 5: If I have words - Babe
Luego de haberte aguantado 90 minutos de este cuento para niños que va dividido en capítulos que van siendo anunciados uno tras otro por unos ratoncitos ciegos que se ve que son un clásico de los cuentos de niños sajones, al final de todo -ya cuando nuestro cerdito valiente se corona como campeón de los perros pastores gracias a que le enseñaron el truco para hablarles a los corderos y hacer que le obedezcan- aparecen los ratones ciegos para entregarnos la moraleja de esta historia hecha canción: que si nos habláramos un poco más nos entenderíamos mejor todos los animales que habitamos sobre este planeta.


Puesto nro. 4: Aquarius/Let the Sunshine - 40 Year Old Virgin
Esta película seguro que habrá acabado con la virginidad de varios hombres de veintitantos que se habrán imaginado con horror llegar a los 40 y ser tan idiotas como el personaje principal de esta historia y todos sus amigos. Las dos canciones del final son para partirse de risa, pero hay que tener estómago para llegar hasta allí.


Puesto nro. 3: Day-O - Beetlejuice
 
Antes que Michael Quiton haya sido Batman y Hombre-Pájaro, hizo de "zumo de cucaracha" junto con Al Ec Baldwin, Yina Davis y una todavía encarrilada Winona Ryder para echar a un grupo de impresentables de la casa de los difuntos Baldwin y Davis. Para asustarlos, nada mejor que poner una canción de Harry Belafonte durante la hora de la comida. Si lo consiguió o no tendrás que averiguarlo mirando la película, so perezosæ.


Bonus Track: Oh Maria - Sister Act



Puesto nro. 2: You are too big to fit in here - The Sweetest Thing
Esta es la única entrada en este ranking que tengo que admitir que primero vi este videoclip en el yotube (doblado al español!) y luego tuve que ver la película para dilucidar cómo fue que esta escena acabó apareciendo allí. Es que desde Loco por Mari la Cameron Díaz hace unas películas esperpénticas pero que tienen su gracia. Aquí todo ocurría en un entorno de San Francisco city lo cual ya daba su punto, y el argumento podría haber sido cualquiera, que te vas a reir del principio hasta el final, con algunos máximos locales como esta comida en un restaurante chino que acaba como acaba. Mi marido se merece un altar por haberse aguantado los 90 minutos de la cinta, que no es de lo peor que hizo esta chica (hace poco apareció en una película buenísima de lo mala que era). Es que yo soy fan total de la Diaz, es una de esas miles de cosas incomprensibles que tiene mi propia secuenciación del ADN.



Puesto nro. 1: I've seen it all - Dancer in the Dark 
 
Desde siempre me pregunté cómo es que nadie nunca había aprovechado el tu-tun  tu-tun... tu-tun tu-tun del ruido del tren al pasar sobre las vías para hacer música. Y tuvo que venir el genio de Lars von Trier a explotar este recurso de la mano de Björk, que hace de una pobre e inocente Selma que se está quedando ciega y todo lo que ahorra es para evitar que su hijo -que también tendrá el mismo problema de visión in a not so distant future- corra la misma suerte. El resultado es lo que probablemente sea el mejor videoclip de esos tiempos, que es el epicentro de una interpretación tremenda de la islandesa que la llevó a ganarse el oro en Cannes, y  lo mejor de esta película que luego de este paseo en tren, la vida de la pobre Selma se destruye de una manera espantosa, cosa que fastidió muchísimo a la actriz que decidió no actuar nunca más en su vida de tan mal que lo pasaron en el rodaje ella y Selma. Es que el ADN de Lars saca lo mejor y lo peor de ellas, eso ya se sabe...

jueves, 14 de mayo de 2015

La Miss Benedicto XVI

You are the dancing queen
young and sweet
only seventeen

"Ya estamos en septiembre y hay que ir preparando la fiesta del día del estudiante. Como es costumbre, le toca al cuarto año encargarse del evento" cayó la directiva sin sorpresa para nadie, que todos sabíamos muy bien qué mes era y cuáles las obligaciones que la edad y el calendario obligaban. "Para la fiesta debería haber algún aporte presentado por cada curso: un número humorístico, una representación, una canción, lo que sea. Y al final se hará -como siempre-  la elección de la reina del colegio."

La asamblea de delegados de la unidad escolar donde me
tocó recluirme durante mis años de acné no era de lo más fascinante. De hecho, nadie en su sano juicio quería ir a esas reuniones donde se hablaba de lo obvio y -aunque perdías horas de clase en estos mitines- a veces te tocaba encargarte de cosas litúrgicas o elementos equivalentes que podían ocurrir fuera del horario escolar: o de noche o en fines de semana.

Ya en el segundo año nos habíamos rebelado a ésto votando por casi unanimidad como representante de nuestra clase  a un ex-compañero que se había ido de la ciudad unos meses antes. Pero las autoridades se dieron cuenta rápidamente de la maniobra y tuvimos que acudir a las urnas en una segunda vuelta a los pocos días. Probamos entonces delegar nuestra representación en algún profesor de la casa (creo que votamos masivamente a la de historia), pero tampoco estaba permitido. Así que al final  íbamos con resignación los castigados por el resto del curso a hacer esa labor. Y en cuarto año nos tocaba a Eduardo y a mi.

Lo de la elección de "la reina del colegio" también tenía lo suyo. Primero porque no era así como se
llamaba a tal título de honor, sino que tenía un nombre un poco más sajonizado, fashion que le dicen por allí. Supongamos -que no era ese el caso pero es solo una suposición para proteger la identidad del lugar donde ocurrieron todos estos hechos- que el instituto al que yo iba se llamara "Benedicto XVI". Pues entonces la dichosa "reina del colegio" era "la Miss Benedicto XVI". Eso puede sonar un poco obsceno ahora, como lo hubiera sonado también antes, pero es nada comparado con lo que diré a continuación: que mi colegio era solo para varones. O sea que la Miss Benedicto XVI era elegida entre un grupo de machos valientes que se  atrevían a desfilar por la pasarela del salón de actos del colegio vestidos con ropa y accesorios de alguna de sus hermanas y/o de su madre,  aguantándose los silbidos, risas y carcajadas de unos 250 chavales en edad de alta producción hormonal.

Uno se puede creer que todo esto estaba diseñado para fomentar el mariconerío entre los adolescentes católicos apostólicos y rumanos del pueblo tropical donde ocurría año tras año este evento, pero está claro que no eran los afeminados/amanerados del establecimiento (que los había) quienes practicaban sobre la alfombra roja cómo sería su futurible vida si no los molían a palos antes de los 18 años en esa zoociedad conservadora  que los rodeaba. No, el evento existía desde tiempos inmemorables y nadie se cuestionaba mucho sobre su existencia, lo repetíamos cada año cuando tocaba el calendario. No se si los curas después hacían alguna reflexión final sobre el hecho y/o lo incluian en el informe anual  de actividades educativas pastorales de la congregación. Según mi marido -que es más leído que yo y hasta se ha sacado un diploma en antropología- este tipo de ritos no es casual sino que tiene como objetivo que ya desde pequeños aprendamos que este tema del travestismo es grotesco y solo merece  tomárselo a la risa como lo hacíamos año tras año en el salón de actos. 

Casual o inducido,  mucho no analizábamos nosotros a esa edad todo esto. A varios nos habían dicho que la escuela secundaria era un lugar donde uno tenía que divertirse desde el primer hasta el último día, y esta era una de las tantas herramientas que te ofrecía el sistema para hacerlo, y había que aprovecharla.

Volviendo al tema que nos ocupa en este relato, la elección de la Miss Benedicto XVI, en general a estos eventos se presentaban muchachitos de los últimos años del colegio,  que nadie en su primer o segundo año de instituto que tuviera una pizca de amor propio iba a querer arriesgarse a pasar a ser el hazmerreir de toda la comunidad por 3 o 4 años más. Además, los mayorcitos estaban como más desarrollados físicamente, tenían más pelo por el cuerpo, y todo eso lucía mejor (en el sentido mamarrachil de la palabra) a la hora de travestirse.
Los más pequeñitos -en la franja de 12 a 14- ya tenían bastante con intentar domesticar esa voz que a veces parecía más el canto de un gallo que de muchachito al que le están saliendo los primeros pelos en el sobaco. Aunque tenía sus ventajas lo de la voz aflautada además de tener las puertas del coro siempre abiertas con las consabidas horas de clase perdidas. Durante los primeros años tuvimos en nuestro curso a varios que imitaban casi a la perfección voces femeninas, lo cual tenía su gracia. Por ejemplo durante la hora de dibujo mientras el padre Ambrosio intentaba imponer silencio absoluto so riesgo de expulsión por 15 días de la vida escolar, un par de arriesgados aireaban los diálogos  más picantes de la telenovela de turno, incluyendo gemidos y súplicas de mulata caribeña del tipo "¡alehe sus manos de mí, padre, que no he conocido varón todavía!".
El pobre cura se volvía loco intentando dilucidar de dónde venía esa voz
sin darse cuenta que en realidad eran don voces estrategicamente distribuidas en la geografía del salón, mientras el resto de la clase contenía como podía la risa, que si te pillaba riéndote también ibas al pasillo a acabar tu dibujo contra la pared.  Pobre, se pasó 2 años escuchando lo que quizás se habrá acabado creyendo que era la voz de su conciencia que venía a reclamarle por sus pecados de juventud cada martes de 11.30 a 13 hs. con puntualidad, mientras la clase fingía pretendida normalidad lo cual hacía la situación enfermizamente extraña.

En volviendo a la cuestión de la fiesta del estudiante que había que organizar,  los muchachos que tenían un año más que nosotros, los de quinto, ya llevaban 2 rachas de hacerse con la Miss Benedicto XVI entre sus filas, mientras que nosotros teníamos cero a favor. Nos quedaba poco tiempo para revertir esta situación, y encima los de segundo y tercero ya venían mostrando sus dientes, así que si no pegábamos el batacazo en ese momento, acabaríamos siendo una de las pocas promociones -quizás la primera- que nunca tuvo una Miss Benedicto XVI entre sus filas. Y eso no lo íbamos a permitir, así que en regresando a la clase luego de la asamblea esa, comentamos con Eduardo del tema y nos pusimos a pensar qué se podría hacer al respecto.

"Es que la poca gente que tenemos que se anime a presentarse ya pasó por esa pasarela 2 o 3 veces, y tienen menos gracia que un palo de escoba" se quejó mi colega, "habría que conseguir a alguien que sorprenda, pero no se me ocurre nadie que pueda hacerlo."

"A lo mejor no necesitamos alguien con gracia, sino justamente todo lo contrario" se me iluminó de repente la cabeza, "tendríamos que mandar al frente precisamente a lo más inesperado de la división" continué. Eduardo me miró con curiosidad, y acto seguido solté lo que tenía en la cabeza: "hay que hacer que el Atilio se presente."

Eduardo lanzó una carcajada imaginándose la escena, yo obviamente ya tenía una sonrisa de oreja a
oreja  desde que se me había venido esa idea a la cabeza. En ese momento no teníamos palabras para describir al Atilio, pero era lo que en mi barrio actual llamarían "feo de cojones". Porque mira que hay gente que es poco agraciada físicamente, pero quizás si la miras de perfil, o cuando sonríe, o en una foto de verano, zafa. Pues con el Atilio, ni eso.  Ni de frente, ni de perfil, ni dormido, ni despierto, ni recién nacido ni nada. Era feo por donde se lo mire. De hecho, le habíamos puesto de apodo "Fetilio", nombre que quedó inmortalizado un año más tarde en el libro de caricaturas de la promoción.  Ese era justamente "el quid de la cuestión". Nadie en su sano juicio iba a imaginarse al Fetilio vestido de mujer paseando por el centro del salón de actos llevando la bolsa de la compra de su madre en la mano. Esa escena en sí misma ya lo llevaría a él -y por ende a todos nosotros- al podio de la gloria.

Aprovecho para aclarar  que también se "competía" (no era una competición explícita, sino más bien de facto) por el mejor número "artístico" presentado en los festejos del día del estudiante. Y nosotros ya habíamos puesto el listón bien alto el año anterior cuando en una especie de concurso en vivo para salir a bailar al escenario  conseguimos que el padre J.L. se pusiera un gorro de cosaco, anteojos de sol, y bailara breakdance sobre las tablas mientras le caía purpurina sobre la cabeza.

Que dónde está la gracia de éste numerito te
preguntarás. Pues que resulta que el padre J.L. ya llevaba 4 años de muerto cuando ocurrió lo del breakdance, lo cual creó una cierta atmósfera seudo-mística en el salón de actos, que tuvo su climax cuando el padre director se dio cuenta que el imitador del padre J.L. estaba vestido con la sotana que pertenecía al mismísimo difunto, que uno de nosotros (nunca se supo quien fue porque hasta el día de hoy sigue pesando sobre su cabeza expulsión y excomunión) fue a pedir prestada unas horas antes a los hermanos de la congregación, quienes emocionados porque les dijeron que le iban a hacer "un tributo al padre J.L. qepd", entregaron esos trapos inmediatamente.

Pues eso, que ya habíamos conseguido lo nuestro en ese rubro y teníamos ideas como para mantener el puesto en esta nueva edición del evento. Pero ahora teníamos que hacer justicia con lo  de la Miss Benedicto XVI. "Atilio no se va a animar nunca a hacer eso", intentó volver a la realidad Eduardo. "Podemos arrinconarlo", dije yo. "Ya que nos toca organizar a nosotros la fiesta, inventamos nuevas reglas de participación: cada curso DEBE presentar un candidato. Eso nos llevará a votar internamente. La mayoría de la división -cuando se entere del plan- votará por Fetilio, y allí no se podrá negar.".

Y el plan fue ejecutado tal como lo diseñamos en esa conversación, para espanto de las divisiones
inferiores que se vieron obligadas a presentar una víctima para caminar por la pasarela, e indignación de los de quinto que ya tenían su kit de 2 o 3 mamarrachas siempre listas para salir a escena y tuvieron que elegir sólo una. En nuestro curso, como era de esperarse, el Fetilio fue elegido por casi-unanimidad (él no se votó porque era el único que desconocía lo que estaba ocurriendo) para representar al curso.

Intentó resistirse al principio, pero entre comentarle que no era el único obligado a hacer eso ni el que lo iba a pasar peor (que  los de primero y segundo también tendrían que ir a ese circo romano a ser acorralados por los leones del ridículo), y echarle el speech ese muy cristiano del "uno para todos y todos para uno," que en este curso hay gente que hace sacrificios enormes para que otros puedan copiarse durante los exámenes distrayendo al docente de turno, están los que falsifican firmas de padres y tutores para conseguirnos permisos para abandonar el colegio antes de hora so riesgo de ser expulsados del establecimiento,... que todos hacemos cosas arriesgadas "por la comunidad", y que a él le tocaba poner su parte.

Al final conseguimos convencerlo con todo ese discurso. Y curiosamente, Fetilio entró rápido en el
juego, creo que hasta le tomó gusto al plan ya que le daba la oportunidad por fin de demostrar que podía hacer algo más que ser el patito feo de la clase, e incluso formar parte de un plan épico cuyas anécdotas serían recordadas y celebradas muchos años después.  Que yo recuerde, hasta ese momento el único motivo por el cual alguna vez le prestamos un poco más de atención al Fetilio fue cuando algún mediodía de muy buena fortuna su madre consiguió comunicarse por teléfono con Susana Gimenez durante el programa de televisión que todos estábamos viendo en nuestras casas mientras -ésto ha de decirse porque es hora que se sepa la verdad- nuestras progenitoras y/o hermanas y/o quizás nosotros mismos también intentabámos en vano comunicarnos con la diva.
Y el hecho de que esa señora (que cuando salió al aire le dijo a Susana su nombre y apellido como si a la diva y/o al resto del país le interesara lo segundo excepto al pueblo donde vivíamos) lo haya conseguido, puso al Atilio en el centro de la movida por unos días, pero después todo volvió a la normalidad y siguió siendo el misfit de siempre.

Y llegó el día de la fiesta del estudiante. Nosotros
teníamos a nuestro candidato "oculto" causando ya una primera sensación extraña en el resto del alumnado, que se pensaron que era parte de las reglas del juego e hicieron lo mismo, así que estábamos en una situación donde nadie quería soltar al aire quién sería la travesti que enviarían al matadero como número final del acto.
Desde temprano ya estábamos todos congregados y de muy buen humor en el gran salón. Uno de los nuestros que ya estaba haciendo sus primeras armas como DJ se puso a cargo de la animación, y todo comenzó muy de viento en popa.

Primero comenzaron los números artísticos. Los de los primeros años
un poco flojitos, pero disculpados entre sus propias timideces y falta de coordinación propia de la edad. A nuestro turno montamos sobre el escenario una especie de "talk show" que iba "en vivo" donde primero fueron entrevistadas unas prostitutas (las mamarrachas de quinto que siempre que podían figurar, lo hacían) contando en qué  barrios trabajaban y cuánto cobraban.
El que hacía de conductor del programa lo llevaba con mucha gracia. Nuestro DJ hacía las voces de las desopilantes llamadas telefónicas de la teleaudiencia, y el evento pasó decentemente sin incidentes que lamentar excepto cuando le tocó sentarse en el plató al jefe de estudios, y una "llamada telefónica al aire" le preguntó por la vida de uno de los miembros de la congregación que en ese momento estaba en la cárcel por los motivos por los que comunmente va a la cárcel la gente que trabaja en colegios al que concurren adolescentes.

Después vinieron los de quinto que ya ni recuerdo lo que hicieron así que seguro que no fue nada memorable. ¡Ya se venía lo importante! Estábamos todos que no cabíamos en nuestros asientos de la expectativa, y preparados para el momentazo del año: la elección de la Miss Benedicto XVI se acercaba y ninguno quería perderse detalle.

"¡¡¡Y ahora....!!!" anunció nuestro DJ, "... comienza lo más esperado por todos: la elección de la Miss Benedicto XVI!!!!"
El público estalló en aplausos y risas, mientras se oía música de fondo del tipo de las que se escuchaban en las pasarelas de moda en esos días. Y se largó el desfile. Comenzaron l@s representantes de los primeros cursos, unos pobres pollos asustados que intentaban recordar sin éxito lo que seguramente habían ensayado delante del espejo por días y días previos al evento. Es que tener a toda toda la audiencia (profesores y curas incluidos) esperando a que aparezcas detrás de la puerta principal para reírse a viva voz de tí, de tu ropa y quizás hasta de toda tu vida debe de ser una experiencia tremenda, y estos chicos la estaban viviendo allí mismo, en vivo y en directo.
Para contribuir a la presión, nuestro DJ iba marcando el paso a medida que las candidatas iban por la pasarela: "y ahooooooraaaaaaaaa... Martina M. de segundo! Perdonenla que camine un poco chueca con esos tacos, pero es que se vino a caballo desde su pueblo, a 20 km. de aquí. Sus medidas: 78-77-87 (¡capicúa!).  Lectura favorita: La Pequeña Lulú. Su hobby: masticar chicles de menta. Color de ojos: verde vómito..." nos iba cantando mientras la audiencia explotaba en gritos y aplausos.  Uno tras otros fueron desfilando sobre la pasarela estos proyectos de esperpento humano con poca o alguna gracia, mientras nosotros -los de cuarto- íbamos saboreando lo que estaba a punto de venirse.

Y obviamente nuestro DJ también estaba preparando el camino para lo mismo, que en un momento dado se apagaron las luces de toda la sala, y un cañón de reflector dibujó un globo amarillo en la puerta principal, y bajo el sonido de la canción de las 9 semanas y media, nuestro locutor-DJ anunció: "y ahora hace su entrada a la pasarela, representando al cuarto año de este colegio.... ¡¡¡Atilia!!!"

Y por debajo de la luz estridente y de la música a todo volumen apareció Atilio. Al principio hubo como un momento de silencio entre la audiencia que estaba intentando entender qué era lo que estaba pasando, y quién era esa tal Atilia. Al ajustar un poco la visión y darse cuenta que lo que estaba pasando en ese momento no era un espejismo, comenzó una especie de murmullo que rápidamente evolucionó en carcajada acompañada de una lluvia atronadora de aplausos. ¡Buen comienzo! Fetili@ comenzó a avanzar por la pasarela con un modelito bien elegido que se lo había quitado a su hermana, y que llevaba lo esperpéntico a una nueva dimensión: falda corta, medias can-can y una cartera de esas que ni las del Moulin Rouge se animarían a ponerse al hombro.
Nuestro DJ comenzó a acompañar el paseo del susodicho con los comentarios de rigor: "Medidas: 70-80-80. Color de ojos: marrón caca, hobby: hablar por teléfono con sus amigas. Lectura favorita: Condorito!" iba gritando ya casi sacado de sí nuestro DJ mientras la asamblea toda se venía abajo en aplausos y carcajadas. El cura director se tapaba la boca para no soltar ese graznido tan suyo que indicaba que ésto que estaba pasando delante de sus ojos era hilarante, y el resto del profesorado festejaba el momentazo con risas y aplausos. Un éxito total.

Todavía hubo que sortear a la candidata del quinto año, una que
ya estaba muy vista y que encima se quiso pasar por culta haciéndonos creer que su lectura favorita era El Sí de las Niñas. Claro, como ell@s ya habían acabado el curso de literatura española eran más leíd@s que nosotros que todavía estábamos estancados en el Mío Cid y no podíamos salir de la parte esa que dice de los sus ojos tan fuertemente llorando, tornaba la cabeza y estábalos catando. Pero igual hubieron aplausos tibios y se acabó el desfile de las candidatas a la Miss Benedicto XVI.

Una vez arriba del escenario todas las travestis, a nuestro creativísimo DJ -el mismo que hacía las voces telefónicas del numerito anterior y quizás el que le hablaba lascivamente al padre Ambrosio unos par de años antes- se le ocurrió que ahora las candidatas
bailarán delante de todo el mundo.... cumbia! Y se largó un bailongo que  al menos hizo notar que ya todos estábamos distendidos, aunque todos sabíamos que en algún momento había que pasar al veredicto, había que coronar a la  Miss Benedicto XVI, y esa sería la hora de la verdad.

Pensaréis que esto era como una democracia que la más aplaudida se llevaba la palma y la corona, y casi que era así. Solo que después de hacer tronar los aplausos era el padre director quien decidía. Obviamente que lo tenía que hacer guíado por lo que el pueblo pedía que sino ahí mismo le rompíamos todo el colegio. Así que aplausos va, aplausos viene, nuestro Fetilio se llevó los estruendos más grandes, y el padre director -a quién también le había caído muy en gracia nuestra candidata, eso se notaba a la legua- se acercó en silencio al escenario, miró con cariño paternal a cada una de las candidatas, y luego, cual árbitro de boxeo al final de la pelea, levantó el brazo de nuestra representante. Ella, la peor todas, acababa de ser entronizada como la nueva Miss Benedicto XVI.
Y ahí fue como si el universo se viniera abajo, entre los aplausos de inercia del resto del público y nuestro paroxismo por haber conseguido el premio que estábamos buscando, el lugar en el Olimpo de las Misses Benedicto XVI que se nos había negado hasta ese día, entramos como en una especie de tránsito colectivo. Recuerdo que nos levantamos todos los de cuarto de nuestros asientos y subimos al escenario a levantar en andas a nuestra reina, la única y la verdadera (como la religión) mientras rugíamos como indios en campo de batalla. El padre director con buen instinto salió del centro del escenario justo al instante en que el malón de inadaptados se acercaba a tomar posesión de "nuestra" Miss Benedicto XVI.

Y mientras el resto del alumnado se retiraba entre palmas, risas y resignación porque ya se había acabado la fiesta y ellos ya no tenían nada más que festejar, nosotros continuamos un buen rato arriba del escenario celebrando la victoria bien lograda, saltando y bailando como si no hubiera mañana.

Pasado la euforia, que todo pasa en esta vida, nos recompusimos un poco, y como que ya se habían acabado las actividades escolares de esa jornada, nos dirigimos como era costumbre en ese día del estudiante hacia el centro de la ciudad, a tirarnos huevos y harina, y cagarnos a trompadas con los alumnos de otros colegios. Obviamente que no sacamos a pasear a nuestra Miss Benedicto XVI por las calles del pueblo. No. Algunas cosas que pasan en casa, han de quedar en casa.

Ha pasado ya bastante tiempo de todo eso, y supongo que la elección de la Miss Benedicto XVI se seguirá haciendo año tras año, no porque el universo de lo políticamente correcto se haya cargado con esta desopilante actividad, sino que ocurrió que unos 10 años después de todos estos hechos -seguramente como consecuencia directa de nuestras fervientes oraciones- el colegio se volvió mixto y ahora ya hay chicas que desfilan por sus patios cada día, y supongo que también lo harán sobre la pasarela durante la jornada del día del estudiante. Uno quisiera decir que la vida es injusta por permitir estas cosas, pero como tampoco es políticamente correcto hacerlo, no lo diremos. Solo dejar constancia que hubo una vez en algún lugar lejano del planeta un colegio de varones donde cada setiembre se reunían para travestirse bajo la paternal mirada de la congregación religiosa dueña de casa. Y que nos la pasábamos bien. Era una fase más de nuestras vidas. Solo éso. Amén.