jueves, 8 de octubre de 2015

El dual de la China

De los barrios bajos de Hong Kong
una terrible japonesa
su nombre era Chiling Kanchu
y era todo una sorpresa


versos a la cabeza. Aunque no fue así como los aprendí yo en mi infancia, ni tampoco estábamos en un bosque de la China sino en el corazón de Pekín, o en el cinturón número 4 de Pekín que no se yo si eso es el corazón, o la muñeca o el tendón del pie izquierdo de esta metrópolis. Y el que estaba perdido era yo.

Porque mira tú esa manía de hacer los mapas del metro poniendo estaciones que no combinan justo cuando una línea se cruza con otras. Y yo arrastrando las 2 ruedas de mi carry on por una zona que no tenía mucha idea de cuál era, aunque había un mapa que me decía que estaba cerca de mi hotel. Un mapa escrito en chino
que encontré a la salida del metro, donde pude descubrir un enrejado de calles muy parecido al mapa que no imprimí antes de partir para el aeropuerto, porque me pareció que era bastante simple el camino desde la estación del metro hasta la puerta del hotel.

Excepto que ahora me tocaba caminar desde otra estación de metro porque a la que tenía planeado arribar inicialmente no podía llegar porque el tren que pasaba por allí "no paraba". Gabriela me había enviado un email temprano por la mañana diciéndome que ella había llegado en metro del aeropuerto hasta el hotel, y que era fácil. Claro, a plena luz del día y con las coordenadas correctas, y el mapa impreso en la mano, cualquiera. Pero a las 11 de la noche con una humedad que te hace líquida hasta la


respiración, y cansado, muy cansado de un largo viaje que ya ni recuerdo desde dónde salía, pero seguro que era desde lejos porque todo queda lejos de aquí. Ahí te quiero ver cómo llegas a tu hotel desde una estación desde la cual no te memorizaste cómo llegar y con un cansancio de telenovela.

Esa manía de no querer pasar como "extranjero" para que no se aprovechen de tí, que te lleva a hacerte mapas mentales de transportes y calles varias en ciudades desconocidas para luego no tener que pedir ayuda a desconocidos, porque yo soy todo lo contrario de la Blanche del Tranvía Llamado Deseo, yo no confío en la bondad de los extraños. La vida me hizo así, quelevamoasé. 
Pero en esta oportunidad esa estrategia de camuflaje no tenía ningún sentido, ya que con un 25% de capacidad visual cualquier local se daría cuenta que de allí yo no era. Y mi valija a rueditas completaba el cuadro. Igual, yo avanzo como si sé hacia donde tengo que ir. Y creo que lo sé, que entre lo que me leí del mapa de la estación desde donde me
bajé, más lo que recuerdo que había que hacer desde la otra estación de metro (que también aparece en este mapa, solo que en chino) me aclaro bastante, y parece  que mi walking-tour consiste en 200 metros en paralelo a la gran avenida, luego 3 calles adentro hacia la izquierda, y finalmente 100 metros más a la derecha. Allí estará la casilla ganadora, mi hotel.
Respiro profundo y comienzo a arrastrar la valija a rueditas, intentando pasar absurdamente como uno de los que viven ahí. Pronto seré uno de los que viven ahí, al menos por unas semanas, y eso me da aliento para adoptar ese aire de local con un poco de anticipación. Necesito practicar, no es cuestión de que me timen a la vuelta de la esquina. Me detengo a
comprar una botella de agua fría en un puesto de esos que hay en la calle, y ni se me ocurre regatear que a menos de 75 minutos de aterrizado la People's Republic, no tengo ni idea de qué es caro ni qué es barato. ¿Y por qué no me tomé el taxi entonces desde el aeropuerto hasta el hotel como me indicaron amablemente en la página web del evento éste para el que me hicieron venir? comienzo a preguntarme. Pero seguro que concluyo rápidamente que eso debe de ser carísimo para el nivel de vida de los pobres locales, y uno no vino a hacer ostentación aquí, y para qué se
gastaron tanto dinero los chinos haciendo su red de metro completísima y perfectísima, que hasta tiene estaciones donde se cruzan dos o más líneas pero que no se conectan . Y además, Gabriela consiguió llegar desde el aeropuerto hasta aquí sin problemas. Si ella pudo, yo seguro que también.

Ya me había parecido rarísima la combinación de estaciones que me contó por email que había hecho. Pensé por un rato que esta pobre chica muchas luces no tenía porque mira qué circuito raro que se mandó para llegar a este lugar cuando el mapa te decía simple y llanamente que un par de conexiones alcanzaba, que ni me cuidé de estudiarme lo que hizo ella descartándolo por inútil.  Pues me lo tuve que aprender a la fuerza subiendo a trenes que no paraban donde yo pensaba
bajarme, y mirando ya adentro del vagón con desesperación el mapa del metro de Pekín que como un pulpo enorme mostraba pero sin mostrar... ¿Cómo se sabe cuándo una estación "conecta" con la otra línea y cuándo no? ¿Será una de esas malas jugadas que la vida me hace cada tanto, que está todo muy bien señalizado pero yo como soy daltónico no lo puedo ver? Igual ya era tarde, ya estaba en el baile.
Así que hice lo que pude y acabé bajándome en la estación que recordaba que Gabriela me dijo que se había bajado para llegar al hotel. ¿Era esa o una que sonaba igual? ¿No suenan todas igual? ¿No estaré en el extremo opuesto al hotel de esta ciudad creyéndome que estoy cerca y en realidad no?

Obviamente todo este dilema podría haberse resuelto en dos segundos si consiguiera acercarme a alguien y
decirle excuse me, where is the hotel ....? Pero ya me había salido de la carretera principal y ahora caminaba mis 300 metros en una calle oscura por donde no circulaba nadie. Y además, nadie parece hablar otra cosa aquí que chino. Chino mandarín, supongo. Ya me pasó en el aeropuerto, que cuando quise preguntar si la tarjeta que me vendieron era para el metro o para el tren, y solo conseguí luego de cinco intentos de hacer la misma pregunta vocalizando cada vez más lentamente, que mi interlocutor
me repitiera las mismas palabras que le había dicho con casi la misma entonación. Fonética debería enseñar yo. No los culpo, ya tienen bastante con aprender a hablar, leer, y escribir en ese idioma extrañísimo que tienen que mucho tiempo para otras cosas no les debe quedar.

Pero no quiero desconcentrarme que tengo que hacer 3 calles en esta zona
oscura, y cuanto antes salga de aquí, mejor. Esta primer vía asfaltada que me aparece por la izquierda, ¿es una calle o la entrada a un parking? Hay una barrera y un puesto de guardia no muy lejos de empezada la misma... ¿Es la entrada a una fábrica? ¿A un barrio privado? ¿Hay barrios privados en China? ¿Hay algo privado aquí? ¿Lo mío es privado o ya es de todos? ¿Cómo funciona realmente el comun-ismo?

Por las dudas no la cuento como "calle" y sigo mi camino. Me pasan por al lado un par de chicas mirando su teléfono móvil y sin prestarme la más mínima atención, lo cual me hace sentir extraño: mujeres solas caminando por la calle después de las 22 hs que no se inmutan ante la presencia de un hombre. Estos comunistas sí que son raros... Yo igual ni ensayo mirarlas ni decirles me ayudáis a encontrar mi hotel? ni nada equivalente en lenguaje alguno. Es más, me molesta confesarlo pero que estas chicas no se inmuten ante mi presencia me da miedo... ¿Por qué no me tienen miedo?  A lo mejor el comunismo educa bien y si los hombres no tienen nada que temer a las 11 de la
noche, pues ellas tampoco. Y ya está, mira tú que fácil. Y además, ¿no había alguna de estas lideresas femeninas chinas que trajo el feminismo a este país? ¿Era la esposa de Mao la heroína? ¿O era una guacha que terminó en la cárcel justamente por eso, por guacha? Esa parte de la Lonely Planet no me la leí bien. Igual, que ya venga con el título de "esposa de..." mucho curriculum no le da. ¿Cómo sería el femenino de Mao? ¿Maa? ¿Maoa? ¿Maoína?

Vas a acabar casado con una china me vaticinó Celina  cuando se enteró que me iba a vivir a los Estados Unidos por un tiempo... con una china que huele a ajo remató esa profecía que le salió tan mal, que ahora mismo debe de estar revolcándose en su tumba. Aunque no recuerdo si ya murió o no. Después me fijo en google, pobrecilla. Si puedo acceder a google, claro. Que aquí está censurado, y me hablaron de un google chino pero que como está en
chino es casi tan inútil como mi capacidad de conversar con estas chicas. Y ni hablar de acercarme a ellas para confirmar si huelen a ajo o no. Por ahí es una cosa de las chinas de EEUU, o quizás algo de Celina que siempre tenía unos pájaros muy raros en la cabeza. Estoy tentado de acercarme a una de ellas y hacer como esos juegos racistas de infancia: tirarle del pelo mientras le canto china-cochina y después salir corriendo, pero mejor no que las cárceles de por aquí son conocidas y no por su hospitalidad precisamente.

Igual las chicas ya están lejos, se fueron como aparecieron sin apartar un segundo la vista de sus móviles, y  ahora ya estoy delante de unos bloques de cemento bastante feos, que de barrio privado no parecen tener nada. Y me encuentro con gente preparando comidas varias en barbacoas distribuidas por la acera. Tengo hambre, recuerdo que la última comida que nos ofrecieron en el avión era algo civilizado com un omelet, "o un snack chino", que fue lo que me pedí como para empezar a entrar en sintonía con lo que iba a ser mi vida en estas tierras lejanas. Y me dieron un paquete que tenía un trozo de tofu con un
sabor espantoso.... Mejor dicho, con sabor a nada. O sea, espantoso. También te daban un sobrecito con salsa de soja que al echarle al tofu le daba algo de gracia comerlo. Pero preferí cortar por lo sano, beberme el sobre de salsa y dejar el tofu para los residuos. Y ahora esa decisión le estaba pasando factura a mi estómago. ¿Venderán la comida que están cocinando aquí? ¿Hay que regatear? ¿Qué es lo que están cocinando realmente? Igual la Lonely
Planet decía que la mejor comida que hay en China es la de la calle, y yo soy muy creyente de la Lonely Planet así que no me iba a preocupar por lo que estaban cocinando, pero imaginate que están celebrando la fiesta de 15 de una de las que viven ahí, y les aparece un extranjero con una valija a rueditas tirando un puñado de billetes sobre el banquete y pidiendo ser parte de la cena.... Seguramente aparecerás en el periódico del barrio con esta noticia!

Me alejo de la kermés del barrio feo, la calle comienza a iluminarse otra vez y me encuentro en una especie de zona comercial. No recuerdo bien cuántas calles ya atravesé, o si estoy cerca o lejos de cuando tengo que girar a la derecha, mis últimos 100 metros antes de llegar al hotel. Habían calles o callejuelas a derecha e izquierda, pero ninguna que te invite a atravesarla. Así que yo sigo caminando. Ahora se aparece una nueva avenida delante de mí y tomo la decisión: voy a girar aquí y a ver con qué me encuentro. Mi intuición me dice que mi hotel no está por allí, pero más adelante vuelve a estar oscuro, e incluso las casas se ven más feas que los bloques de cemento que he dejado atrás. Casi, casi como si estuviera en la entrada de una villa. De una villa
china. ¿Hay villas aquí? Nunca leí nada al respecto, y la Lonely Planet no dice nada sobre el tema. Aunque -la verdad sea dicha- creo que nunca llegué a la sección de "Dangers and Inconveniences" del libro. ¿Cómo serán las villas chinas? ¿Escucharán música a todo lo que da cómo en las que uno conoce o son más recataditos? ¿Cuál es el equivalente de la cumbia china? Seguro que música muy alegre no debe ser, porque la que se escucha
siempre como identificando a este país es una melodía medio monótona ejecutada casi siempre por un instrumento de cuerda super triste, que se queja monocordemente de algo que nunca sabemos bien qué es. Y las películas locales tampoco revelan mucho, porque ahí casi todo el mundo se pasa a cuchillo y la única persona que parece estar más o menos cuerda acaba tirándose desde la cima de una montaña al
final de la película. Debe ser que esa música los entristece a todos, y por eso tampoco se los veo sonreir mucho en las fotos o películas, pobre gente.

Tal como lo había decidido, giro a la derecha en la gran avenida vacía a las 11 de la noche para encontrarme nuevamente con más casas a oscuras, y nada que pudiera invitar a pensar que hay un hotel en los alrededores. ¿Y si llamo a Gabriela? se me ocurre, pero lo descarto rápidamente. Que lo que me va a costar a mi por hacer esa llamadita desde la China se va a multiplicar por 5 para que ella lo pueda recibir ya que será triangulada por Europa, América, y de regreso a 100 metros
(espero!) de donde estoy yo. Y esta chica se vino en metro desde el aeropuerto para ahorrar, ni en su quinto sueño (que debe de ser el que está teniendo en este preciso instante la japuta, ella en su cómoda habitación del hotel mientras yo a 100 metros de allí, perdido enfrente de una villa china) va a aceptar la llamada. Y encima al día siguiente me voy a comer el relato del imbécil que la llamó a altas horas de la noche.

Pues va a ser que no, que no haré ninguna llamada. Y me vuelven a sonar las estrofas de "en un bosque de la China..." solo que en la versión que me
enseñaron a mí de pequeño el que se había perdido no era un chinito sino un chaqueño. Y la canción continuaba con un "¿por qué no se pierden todos, la puta que los parió?" Que así de mala es la gente de los pueblos, que se le va a hacer. Y yo en ese momento me siento tan cerca de mi hotel y tan perdido al mismo tiempo, que por un rato comienzo a preguntarme si no me encontraré con el chaqueño ese por esta avenida a oscuras. Que no, que eso del chaqueño ocurrió durante mi infancia. A ese chico o ya lo
encontraron o se murió en el bosque devorado por osos. Por osos chinos. ¿Los osos chinos son pandas?  ¿O son los koalas los osos chinos? ¿Esos no comen bambú? Así que devorado por osos chinos no habrá sido.Ve tu a saber cómo murió el pobre chaqueño en ese bosque...

Me vuelvo sobre mis pasos hacia la esquina donde decidí girar en vano, se me acerca
un taxi e intenta su conductor dialogar conmigo. Ja! Si solo pudiera decirle que estoy perdido y demás, si pudiera pronunciar el nombre de mi hotel chino de manera que él lo pudiera entender, pero no hay caso. Le hablo y es como si un mono le hablara. Lo mismo puedo decir de él, que no nos entendemos ni con lenguaje de gestos, y yo encima pensando que a lo mejor nos entendemos, me subo al coche y me hace cruzar la calle para dejarme del otro lado de la acera, que allí está mi hotel-salvación y yo que no lo puedo ver. O peor aún, que me lleva de soberano paseo por todas las autopistas de Pekín y alrededores, para devolverme al punto de partida y hacerme cruzar la
calle para dejarme del otro lado que allí está mi hotel-salvación y yo que no lo puedo ver. Dejo ir al taxista, y vuelvo a la intersección esa desde donde puedo presentir que mi hotel está cerca pero no se hacia dónde está.

A lo lejos se ve un cartel de un Holiday Inn que parece enquistado en el medio de la villa china. O quizás hay que atravesar la villa china y el Holiday Inn se encuentra del otro lado. Con vistas a la villa china. A lo mejor mi hotel está cerca de allí, aunque mi mapa mental me dice que mi alojamiento está a mis espaldas y este Holiday Inn está de frente. Y además, hay que atravesar la villa. Y yo solo tengo un escapulario para protegerme de la bondad de los extraños pero creo que las deidades de occidente no tienen cobertura en esta zona, sinó que hay que rezarle a  Buda, Confucio, Jackie Chan o alguno de estos ídolos locales. Y además, supongamos que consigo sobrevivir a la villa china y llego al Holiday Inn.... ¿quien me garantiza que alli alguien hablará en inglés? Se llama "Holiday Inn", que es como una especie de miel para viajeros yankis, así que al menos algún pasajero internacional tendrán. O internet, y/o una habitación libre para que pueda pasar la noche y mañana ya me arreglaré.

Las alternativas a estas horas de la noche -que ya deben de ser las primeras del nuevo día- son: o quedarme en esa esquina pensando una y otra vez qué hacer, o retroceder hacia la oscuridad donde me voy a encontrar con la fiesta de 15 o -más atrás- con las chinas cochinas que ni me miraron, o avanzar hacia la otra oscuridad con la mirada puesta en el Holiday Inn, que quizás pueda salvarme y llevarme hacia la tierra prometida de mi hotel, donde duermen plácidamente Gabriela y otros colegas que seguramente mañana durante el desayuno se reirán de mi, de mi vida, y me dirán que con las 3 monedas que pagaron ese taxi me podría haber ahorrado toda esta aventura. Vaya bienvenida a este país pienso  mientras comienzo a meterme dentro de la villa, hacia la oscuridad, confiando en que sobreviviré para contar toda esta historia. Mañana será otro día...


1 comentarios:

A las 16 de octubre de 2015, 10:54 , Blogger Angelica ha dicho...

Llegaste o no? :)

 

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