Mi marido el ator
Yo no soy Mickey Rourke
Soy asturiano
Pero tengo una badana
Mucho mejor que la del americano
"El novio ese que te has echado se parece al actor de la Big Fat Greek Wedding" me dijo una de mis amividiosas luego de haber conocido a mi chico.
Ya me habían advertido en ese momento que era una pena que yo había salido daltónico porque nunca iba a darme cuenta de lo profundamente azules que eran los ojos del que luego acabaría siendo mi marido, pero es algo a lo que tuve que acostumbrarme. No a los ojos profundamente azules porque a eso no te acostumbras nunca si eres daltónic@; o los percibes o no. Y yo los veo azules pero se ve que el daltonismo te coarta un poco la profundidad, porque yo los veo azul normalito nomás. A lo que tuve que acostumbrarme es al efecto que producen esos ojos en el resto de la humanidad, que una vez una drag queen se quedó speechless en el medio de su show en un bar de mala muerte en Madrid al encontrarse con los azulísimos ojos de mi marido, y tuve que sacarlo rápido de allí para que pudiera acabar ella con la función en paz.
Otra vez una camarera casi nos tira toda la bebida encima en un bar en la costa del Pacífico, que según mi marido al lado del mar el color azul de los ojos de cualquier ser humano (el es muy humilde, jamás habla en primera persona) se vuelve más intenso todavía, y quizás esa casi-ducha de Coca Cola haya sido la comprobación experimental de su teoría, pero yo los seguía viendo azul-normalito nomás. Así que debe de ser eso, que la color-profundidad es lo que el daltonismo se carga y hemos de resignarnos a ver una realidad superficial por culpa de ello. Y mira qué bien que queda andar por la vida diciendo que soy superficial, sí. Pero es culpa del daltonismo...
Volviendo al meollo del asunto -al parecido de mi marido y el actor ese- creo que en las fotos donde este señor aparece con barba y bigote (como los tiene mi chico) se nota un poco más el parecido, y como casi-casi tienen la misma edad (cf. wikipedia) ésto es hasta entendible. Pero en investigando la vida del dual de mi cónyuge resulta ser que es un born again lo cual da un poco de miedo. Además, tiene como pareja a la que solía ser la chica 10. y no es que yo quisiera competir con ella ni tampoco compararme (a ella no le conviene la comparación porque saldrá perdiendo ya que es MUCHO más vieja que yo), pero te ahorra un par de sesiones de terapia pensar que tu marido tiene el potencial de andar paseandose con ella toda cubierta por unas pieles de zorro (que todas éstas tienen seguro un animal de esos para echarse a la espalda cuando van de vermú), pero en lugar de eso está mirando la tele contigo en calzoncillos. Tiene lo suyo...
Todo esto fue hace mucho y ya casi me había acostumbrado a tener que despertarme cada mañana junto a la cara de una celebrity, cuando ocurrió aquel episodio que me dejó petrificado. Que pasando por delante del cine del barrio vi un cartel con una foto donde claramente estaba mi marido sonriéndole a una mujer que tenía debajo de ella sobre una cama. Estaban desnudos los dos. No podía salir de mi asombro, el parecido era inegable. Estaba claro que era él, cualquiera que pasaba por allí coincidiría conmigo en que eso era así!
Llegué a casa casi sin aliento y me puse a buscar por interné más fotos de la película esa para asegurarme que no había sido un truco fotográfico lo que vi, una broma de mal gusto de les envidioses del barrio (que pululan por aquí como las cotorras argentinas). El nuevo dual de mi consorte es bastante mayor que él según te cuenta la wikipedia, pero al menos en las fotos se le parecía bastante, o es el fotoshop o esta gente se mantiene bastante bien con el paso del tiempo.
Un poco de temor me daba el tema porque yo no quisiera que se ande diciendo por ahí que yo soy la Rosellini de mi marido, que esa mujer algo malo tiene sino no la hubieran excomulgado, y yo no quiero tener problemas con la Santa Madre por un buen tiempo, al menos mientras esté con vida la mia propia.
Tampoco se si quisiera que mi marido se parezca al Will I Am Hurt real, que ya el apellido del actor te dice todo lo que te va a hacer sufrir, sino preguntale a la pobre Marlee Matley como le fue.
Comentándole mis perplejidades sobre este tema a una de mis lagartamigas del momento, siseó ella a mis oídos como para alimentar mis inseguridades: 'a lo mejor eso es lo que tu chico hace cuando se te va cada verano por 3 meses a California, graba películas allí.' Yo no tengo problemas en que tenga un segundo trabajo para llegar a fin de mes, pero podría contármelo que ese metier no averguenza a nadie. Además podría conseguirnos pases para ir a ver la entrega de los Oscars a una hora normal y no a las y tantas de la madrugada, que encima tenemos que verla por internet pirateada porque no estamos abonados al Canal +, y cada tanto se cae la conexión, el reload se vuelve muy lento porque estamos tod@s l@s desesperad@s del planeta intentando hacer lo mismo, que acabamos escuchando los premios gordos por la radio, como si fuera la lotería de navidad.
Eso no es propio de una estrella como los que se parecen a mi marido, que yo con gusto me pondría un zorro sobre mis espaldas y caminaría por
la alfombra roja del teatro Kodak, haría un minuto de silencio en el lugar donde la late Joan Rivers debería estar preguntandome 'who are you wearing?', y yo seguramente tendré que inventarle un nombre a mi zorro para responder de manera no trivial esa pregunta.
Al final conseguí coraje para ir a ver la película
de la cartelera, que lo hice obviamente junto con mi marido sin confesarle mis temores, ya que si realmente era él quien estaba del otro lado de la pantalla, lo reconocería al momento. Quien sino yo. Tenía miedo de que me pasara como Lucía -una de esas mujeres al borde de un ataque de nervios- que al escuchar la voz de Iván desde la cinta diciéndome que me amaba, sintiera esa convulsión interna y comenzara a fingir que ya estaba curada.
Al final, chicas, falsa alarma. Eso sí, ¡vaya mierda de película!
Ya me habían advertido en ese momento que era una pena que yo había salido daltónico porque nunca iba a darme cuenta de lo profundamente azules que eran los ojos del que luego acabaría siendo mi marido, pero es algo a lo que tuve que acostumbrarme. No a los ojos profundamente azules porque a eso no te acostumbras nunca si eres daltónic@; o los percibes o no. Y yo los veo azules pero se ve que el daltonismo te coarta un poco la profundidad, porque yo los veo azul normalito nomás. A lo que tuve que acostumbrarme es al efecto que producen esos ojos en el resto de la humanidad, que una vez una drag queen se quedó speechless en el medio de su show en un bar de mala muerte en Madrid al encontrarse con los azulísimos ojos de mi marido, y tuve que sacarlo rápido de allí para que pudiera acabar ella con la función en paz.
Otra vez una camarera casi nos tira toda la bebida encima en un bar en la costa del Pacífico, que según mi marido al lado del mar el color azul de los ojos de cualquier ser humano (el es muy humilde, jamás habla en primera persona) se vuelve más intenso todavía, y quizás esa casi-ducha de Coca Cola haya sido la comprobación experimental de su teoría, pero yo los seguía viendo azul-normalito nomás. Así que debe de ser eso, que la color-profundidad es lo que el daltonismo se carga y hemos de resignarnos a ver una realidad superficial por culpa de ello. Y mira qué bien que queda andar por la vida diciendo que soy superficial, sí. Pero es culpa del daltonismo...
Volviendo al meollo del asunto -al parecido de mi marido y el actor ese- creo que en las fotos donde este señor aparece con barba y bigote (como los tiene mi chico) se nota un poco más el parecido, y como casi-casi tienen la misma edad (cf. wikipedia) ésto es hasta entendible. Pero en investigando la vida del dual de mi cónyuge resulta ser que es un born again lo cual da un poco de miedo. Además, tiene como pareja a la que solía ser la chica 10. y no es que yo quisiera competir con ella ni tampoco compararme (a ella no le conviene la comparación porque saldrá perdiendo ya que es MUCHO más vieja que yo), pero te ahorra un par de sesiones de terapia pensar que tu marido tiene el potencial de andar paseandose con ella toda cubierta por unas pieles de zorro (que todas éstas tienen seguro un animal de esos para echarse a la espalda cuando van de vermú), pero en lugar de eso está mirando la tele contigo en calzoncillos. Tiene lo suyo...
Todo esto fue hace mucho y ya casi me había acostumbrado a tener que despertarme cada mañana junto a la cara de una celebrity, cuando ocurrió aquel episodio que me dejó petrificado. Que pasando por delante del cine del barrio vi un cartel con una foto donde claramente estaba mi marido sonriéndole a una mujer que tenía debajo de ella sobre una cama. Estaban desnudos los dos. No podía salir de mi asombro, el parecido era inegable. Estaba claro que era él, cualquiera que pasaba por allí coincidiría conmigo en que eso era así!
Llegué a casa casi sin aliento y me puse a buscar por interné más fotos de la película esa para asegurarme que no había sido un truco fotográfico lo que vi, una broma de mal gusto de les envidioses del barrio (que pululan por aquí como las cotorras argentinas). El nuevo dual de mi consorte es bastante mayor que él según te cuenta la wikipedia, pero al menos en las fotos se le parecía bastante, o es el fotoshop o esta gente se mantiene bastante bien con el paso del tiempo.
Un poco de temor me daba el tema porque yo no quisiera que se ande diciendo por ahí que yo soy la Rosellini de mi marido, que esa mujer algo malo tiene sino no la hubieran excomulgado, y yo no quiero tener problemas con la Santa Madre por un buen tiempo, al menos mientras esté con vida la mia propia.
Tampoco se si quisiera que mi marido se parezca al Will I Am Hurt real, que ya el apellido del actor te dice todo lo que te va a hacer sufrir, sino preguntale a la pobre Marlee Matley como le fue.
Comentándole mis perplejidades sobre este tema a una de mis lagartamigas del momento, siseó ella a mis oídos como para alimentar mis inseguridades: 'a lo mejor eso es lo que tu chico hace cuando se te va cada verano por 3 meses a California, graba películas allí.' Yo no tengo problemas en que tenga un segundo trabajo para llegar a fin de mes, pero podría contármelo que ese metier no averguenza a nadie. Además podría conseguirnos pases para ir a ver la entrega de los Oscars a una hora normal y no a las y tantas de la madrugada, que encima tenemos que verla por internet pirateada porque no estamos abonados al Canal +, y cada tanto se cae la conexión, el reload se vuelve muy lento porque estamos tod@s l@s desesperad@s del planeta intentando hacer lo mismo, que acabamos escuchando los premios gordos por la radio, como si fuera la lotería de navidad.
Eso no es propio de una estrella como los que se parecen a mi marido, que yo con gusto me pondría un zorro sobre mis espaldas y caminaría por
la alfombra roja del teatro Kodak, haría un minuto de silencio en el lugar donde la late Joan Rivers debería estar preguntandome 'who are you wearing?', y yo seguramente tendré que inventarle un nombre a mi zorro para responder de manera no trivial esa pregunta.
Al final conseguí coraje para ir a ver la película
de la cartelera, que lo hice obviamente junto con mi marido sin confesarle mis temores, ya que si realmente era él quien estaba del otro lado de la pantalla, lo reconocería al momento. Quien sino yo. Tenía miedo de que me pasara como Lucía -una de esas mujeres al borde de un ataque de nervios- que al escuchar la voz de Iván desde la cinta diciéndome que me amaba, sintiera esa convulsión interna y comenzara a fingir que ya estaba curada.
Al final, chicas, falsa alarma. Eso sí, ¡vaya mierda de película!
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