domingo, 26 de abril de 2015

Protocolo de Traspaso

le hicieron un gran velorio
le rezaron la novena
le perdonaron sus deudas 

 y lo enterraron con pena
(Peret)
Con un poco de sorpresa me cayó recibir hace poco una circular conteniendo el protocolo a seguir frente al "traspaso de algún miembro de la comunidad" laboral por donde suelo ir a tomar café cada tanto. El panfleto contenía detalles interesantes como a quién hay que avisar en estos casos, hasta cuánto se puede pagar por flores y esquelas en periódicos (y la lista de periódicos autorizados, que no te van a pagar por un lamento en el mundo tudei),  etc, etc. 
Y es que las sociedades civilizadas son así, previsoras, que si estas cosas te pueden pillar por sorpresa y casi siempre lo hacen en el momento menos pensado (porque yo cada semana cuando comienzo a llenar mi agenda de actividades me doy cuenta que no es una buena semana para morirse. Pero alcanza con darte un paseíto por la zona alta de Montjuic -más arriba del lugar de cruising- para darte cuenta que este razonamiento inductivo tiene alguna falla), así que hay que tener un protocolo de actuación. Y yo he decidido hacer el mío propio, porque si este tema lo dejo en manos de mi marido o personajes legalmente  equivalentes, puede acabar no siendo de mi agrado. Además, si no dejo esto atado y bien atado, vendrán los de la memoria histórica y me querrán hacer un funeral como el de la última vez que hablé del tema, pero los tiempos han cambiado y hay que aggionarse.

Pues aquí vamos: que cuando ya no esté por aquí contribuyendo al calor global de este planeta
(porque ese día nos llegará a todos, votemos a quien votemos el próximo 24 de mayo), se habrá de planear un funeral, porque no se tú pero esto de irte sin avisar a mi no me parece propio. Y tampoco es que cueste mucho dinero hacerlo. Sea el evento que  sea, se habrá de hacerlo pronto, porque con alta probabilidad moriré lejos del pueblo de mi madre, y el evento debe ocurrir antes de que a ella se le pase por la cabeza asistir, que sino desviará la atención, y esta celebración se ha de centrar en mi, ya tendréis tiempo de ocuparos de ella que vivirá unos 40 años más de acabada la fiesta.
Estuve mirando precios y no sale tan mal alquilar un Paraninfo para la ocasión. Para  los precios que yo estoy pensando, claro, se ha de convencer a los dueños del local que es un evento institucional porque ahí sí que te sale a cuenta.  Eso con seguridad implicará que haya que invitar a algunos figurettis  de la Casa que ocuparán los lugares principales de la sala e incluso soltarán algún discurso que la gente se lo tendrá que aguantar, pero que el glamur del local lo justifica.
En mi funeral ha de haber una caja. Conmigo adentro, que obviamente no quiero perderme el evento
ni tampoco que se vaya diciendo por allí que pusieron un ataud vacío o con un muñeco adentro, pero que el finado ya estaba hecho cenizas en otro lugar. No, yo quiero estar allí. A los que les da un poco de miedo esta situación podeis relajaros porque el evento no irá de caja abierta porque -esto lo vi en el six feet under- te embalsaman y maquillan  para que estés presentable, y yo no me echado polvos (en la cara) hasta el día de hoy, y no lo haré en ese día por más especial que sea. Para reirse del prójimo ya habrán modelitos y pamelas esperpénticos entre los convidados al acto.


No soy muy fan del tema "flores", tampoco tengo una idea muy acabada sobre qué hacer con ellas. Pero no se ha de llegar al extremo de solicitar que en lugar de ramos o coronas, se haga una donación a una casa de condones u ONG equivalente. Si a alguien se le ocurre enviar algo así, se le ha de agradecer por escrito y luego distribuir las flores por los despachos de los jubilados, que supongo que como tienen más tiempo para observar a su alrededor, apreciarán más el detalle.

El horario del acto no interesa mucho, ni tampoco el glamur de la caja, cuya elección se la dejo a mi marido porque él seguro que estará allí vivo y prestando atención a todos estos detalles, que siempre le salen bien porque tiene paciencia para hacerlo y no como su cónyuge que ya no estará allí dándole la lata al pobre con que se decida de una vez porque ya no hay tiempo. En ésto sí que confío en su criterio. Mi marido será seguramente este último modelito que porto porque en eso sí que soy muy católic@ apostólic@ y ruman@, que no me va mucho el rollo de andar cambiando de marido como de calzoncillos, con lo que cuesta hacer todos los papeles para casarte te lo has de pensar muy bien. 
Con el de ahora no puedo decir que me vaya mal, y aunque yo se  (no hay que ser un genio para deducirlo porque él se encarga de repetirmelo cada mañana) que yo soy su inversión a futuro y que él espera que le cambie los pañales en el ocaso de su vida, y también que hay mucha lagarta por allí diciendo que me casé por interés y mira tú que has de ser muy tont@ para casarte por interés en estos años de recesión porque las tasas no llegan ni al 1% anual, que solo por eso partiré antes que mi marido -el actual- para acallar esas malas letanías.

El cortejo fúnebre ha de entrar al Paranimfo por la nave central seguido de un coro de 200 mujeres, no en plan llorona histérica sino más bien de silencio y responso tal como lo ha descripto el poeta en la casa de Bernarda. Han de ser mujeres y no cualquier experimento de aproximación al sexo femenino, para que después no se ande diciendo por allí que en mi funeral se anduvo discriminando gente. Igual, todos los géneros alternativos ya estarán distribuidos por lugares distintos de la sala en proporciones no triviales, y ya de por sí llamarán la atención de maneras varias así que tampoco se podrán quejar.
Supongo que las palabras de bienvenida las habrá de dar -dado el lugar elegido para el funeral- el rector magnífico de la casa o la persona que se delegue para tal (quizás algún miembro del equipo decanal que no tenga mucho para hacer ese día), que espero que sea breve y aburrido como el susodicho, que no ha de ser él/ella el centro de atención del evento.
Acto seguido le tocará el turno al  viudo, y ahí habrá que disculparlo al pobre que siempre que lo he visto dar discursos hablando de los que ya no están, acaba dejando bastante mal parado al destinatario del discurso. Perdonadlo al pobrecillo, la diplomacia no es lo suyo y ésta no será la ocasión. Eso sí, lo que diga será verdad y lo hará con el corazón. El resto será añadidura. 
En representación por el claustro de los más pequeñitos le tocará el turno hablar a alguien como Noel, quien esperemos que ya esté graduado para ese momento (porque yo pienso vivir unos 20 años más al menos con lo cual hay chances) y diga algo coherente.
Todo evento de estos de los de traspaso tiene su momento cultural que en general suele ser alguna canción o música que le gustaba al departido. Para no escandalizar a la audiencia porque todo lo que tengo en el mp3 player no es funeral-appropiate, quizás haya que poner algo de la Gaga con el Bennett, aunque confieso que nunca los escuché en mi vida. 
Pero si uno se pone en plan original, y como para contribuir a bajar esas escandalosas estadísticas de percepción científica de la comunidá, no estaría mal que como número cultural se ofrezca a los deudos alguna demostración de esas bonitas como las que aparecen en el apéndice del perro a medianoche; esa que dice que un triángulo tiene lados n^2-1, n^2+1 y 2n si y solamente si es rectángulo. Incluso se podría al final de la ceremonia tomarles un pequeño examen a los asistentes que les diera puntos en la evaluación continuada del funeral.

Y como para acabar -que estos eventos no pueden ser muy largos porque las sillas esas no son muy cómodas- siempre hay un momento así guay que después la gente comenta por días en bares, iglesias y puntos de encuentro equivalentes,  se podrían soltar unas cuantas palomas a volar por el recinto. 
Claro que el detalle de estar adentro del Paranimfo que no tiene ventanas hará que las palomas se queden dando vueltas en círculos, cagando por encima de los asistentes y también de la caja conmigo adentro, y haciendo el ruido típico ese que hacen ellas. Se podrían purgar a las aves esas antes de soltarlas cosa de evitar que inunden la sala con estiércol y después haya que pagar extra al personal de limpieza por ese desliz, y también avisar a los convidados al evento, que se vengan preparados para ensuciarse un poco, o traigan pamelas suficientemente grandes o paraguas. Todo de color oscuro, eso sí, que en esto no soy yo muy moderno.

Luego se echará cordialmente a los deudos y me quedaré yo solito allì que la sala esa se alquila por día, así que bien puedo quedarme un rato más mientras la gente va a beber aguardiente por ahí y comer en algún restaurante de la zona que los hay en abundancia.

Creo que no me olvido de ningún detalle, y espero que el funeral sea todo un éxito como el de la tía Paula en Volver, y que no hayan lagartas que vuelvan a sus cuevas a criticar todo lo que vieron como le pasó al segundo marido de la pobre Bernarda Alba.  Ya hablaremos del presupuesto cuando estemos más cerca del evento, que los precios van cambiando...


lunes, 13 de abril de 2015

Mi marido el ator

Yo no soy Mickey Rourke
Soy asturiano
Pero tengo una badana 
Mucho mejor que la del americano
"El novio ese que te has echado se parece al actor de la Big Fat Greek Wedding" me dijo una de mis amividiosas luego de haber conocido a mi chico.
Ya me habían advertido en ese momento que era una pena que yo había salido daltónico porque nunca iba a darme cuenta de lo profundamente azules que eran los ojos del que luego acabaría siendo mi marido, pero es algo a lo que tuve que acostumbrarme. No a los ojos profundamente azules porque a eso no te acostumbras nunca si eres daltónic@; o los percibes o no. Y yo los veo azules pero se ve que el daltonismo te coarta un poco  la profundidad, porque yo los veo azul normalito nomás. A lo que tuve que acostumbrarme es al efecto que producen esos ojos en el resto de la humanidad, que una vez una drag queen se quedó speechless en el medio de su show en un bar de mala muerte en Madrid al encontrarse con los azulísimos ojos de mi marido, y tuve que sacarlo rápido de allí para que pudiera acabar ella con la función en paz. 
Otra vez una camarera casi nos tira toda la bebida encima en un bar en la costa del Pacífico, que según mi marido al lado del mar el color azul de los ojos de cualquier ser humano (el es muy humilde, jamás habla en primera persona) se vuelve más intenso todavía, y quizás esa casi-ducha  de Coca Cola haya sido la comprobación experimental de su teoría, pero yo los seguía viendo azul-normalito nomás. Así que debe de ser eso, que la color-profundidad es lo que el daltonismo se carga y hemos de resignarnos a ver una realidad superficial por culpa de ello. Y mira qué bien que queda andar por la vida diciendo que soy superficial, sí. Pero es culpa del daltonismo...

Volviendo al meollo del asunto -al parecido de mi marido y el actor ese- creo que en las fotos donde este señor aparece con barba y bigote (como los tiene mi chico) se nota un poco más el parecido, y como casi-casi  tienen la misma edad (cf. wikipedia) ésto es hasta entendible. Pero en investigando la vida del dual de mi cónyuge resulta ser que es un born again lo cual da un poco de miedo. Además, tiene como pareja a la que solía ser la chica 10. y no es que yo quisiera competir con ella ni tampoco compararme (a ella no le conviene la comparación porque saldrá perdiendo ya que es MUCHO más vieja que yo), pero te ahorra un par de sesiones de terapia pensar que tu marido tiene el potencial de andar paseandose con ella toda cubierta por unas pieles de zorro (que todas éstas tienen seguro un animal de esos para echarse a la espalda cuando van de vermú), pero en lugar de eso está mirando la tele contigo en calzoncillos. Tiene lo suyo... 
 
Todo esto fue hace mucho y ya casi me había acostumbrado a tener que despertarme cada mañana junto a la cara de una celebrity,  cuando ocurrió aquel episodio que me dejó petrificado. Que pasando por delante del cine del barrio vi un cartel con una foto donde claramente estaba mi marido sonriéndole a una mujer que tenía debajo de ella sobre una cama. Estaban desnudos los dos. No podía salir de mi asombro, el parecido era inegable. Estaba claro que era él, cualquiera que pasaba por allí coincidiría conmigo en que eso era así!
 
Llegué a casa casi sin aliento y me puse a buscar por interné más fotos de la película esa para asegurarme que no había sido un truco fotográfico lo que vi, una broma de mal gusto de les envidioses del barrio (que pululan por aquí como las cotorras argentinas). El nuevo dual de mi consorte es bastante mayor que él según te cuenta la wikipedia, pero al menos en las fotos se le parecía bastante, o es el fotoshop o esta gente se mantiene bastante bien con el paso del tiempo.
Un poco de temor me daba el tema porque yo no quisiera que se ande diciendo por ahí que yo soy la Rosellini de mi marido, que esa mujer algo malo tiene sino no la hubieran excomulgado, y yo no quiero tener problemas con la Santa Madre por un buen tiempo, al menos mientras esté con vida la mia propia.
Tampoco se si quisiera que mi marido se parezca al Will I Am Hurt real, que ya el apellido del actor te dice todo lo que te va a hacer sufrir, sino preguntale a la pobre Marlee Matley como le fue.

Comentándole mis perplejidades sobre este tema a una de mis lagartamigas del momento, siseó ella a mis oídos como para alimentar mis inseguridades: 'a lo mejor eso es lo que tu chico hace cuando se te va cada verano por 3 meses a California, graba películas allí.' Yo no tengo problemas en que tenga un segundo trabajo para llegar a fin de mes, pero podría contármelo que ese metier no averguenza a nadie. Además podría conseguirnos pases para ir a ver la entrega de los Oscars a una hora normal y no a las y tantas de la madrugada, que encima tenemos que verla por internet pirateada porque no estamos abonados al Canal +, y cada tanto se cae la conexión, el reload se vuelve muy lento porque estamos tod@s l@s desesperad@s del planeta intentando hacer lo mismo, que acabamos escuchando los premios gordos por la radio, como si fuera la lotería de navidad.
Eso no es propio de una estrella como los que se parecen a mi marido, que yo con gusto me pondría un zorro sobre mis espaldas y caminaría por
la alfombra roja del teatro Kodak, haría un minuto de silencio en el lugar donde la late Joan Rivers debería estar preguntandome 'who are you wearing?', y yo seguramente tendré que inventarle un nombre a mi zorro para responder de manera no trivial esa pregunta.

Al final conseguí coraje para ir a ver la película
de la cartelera, que lo hice obviamente junto con mi marido sin confesarle mis temores, ya que si realmente era él quien estaba del otro lado de la pantalla, lo reconocería al momento. Quien sino yo. Tenía miedo de que me pasara como Lucía -una de esas mujeres al borde de un ataque de nervios- que al escuchar la voz de Iván desde la cinta diciéndome que me amaba, sintiera esa convulsión interna y comenzara a fingir que ya estaba curada.
Al final, chicas, falsa alarma. Eso sí, ¡vaya mierda de película!