sábado, 17 de mayo de 2014

Un top 10 de muerte

Vengo de la primera sesión con mi nueva terapista, que yo siempre las voy cambiando cada tanto no porque me quepa el dicho ese de que cambio de planes como de calzoncillos (en realidad la frase políticamente incorrecta original era "como una reventadita que se cambia de novio como de bombacha" pero ya no te dejan decir cosas como esas en estos días que corren) sino que no me gusta crear lazos de dependencia , así que cada tanto cuando ya me se su segundo nombre y otras cosas, yo decido desvanecerme como Maléfica al final de la escena esa de Disney que la inmortalizó, y comienzo con otra.
Siempre son mujeres las terapistas porque con los tíos me pasa que me quedo colgado y no puedo hablar. Uno de hecho se pensó que era mudo y/o autista porque me pasé como 6 meses sin poder pronunciar una palabra delante suyo, y no están los tiempos como para andar tirando el dinero por ahí. También tengo que confesar que la última fue abandonada porque -ella creía que yo no me daba cuenta-  buscaba en
wikipedia el significado de las palabras que yo le decía y (supongo que) no entendía. Y no es que yo esté en contra de ese método que también lo aplico con mis alumnos cuando vienen a consultarme a mi despacho. Pero yo -a diferencia de ella- lo hago a cara descubierta, y de paso les enseño a buscar por sí mismos así no vienen a molestarme más, que de eso se trata la educación, de darles herramientas para que aprendan a sobrevivir en este mundo y te dejen dormir la siesta tranquilo. Y vaya el éxito que tengo que casi nadie regresa a una segunda consulta, aunque las malas lenguas del segundo piso dicen que es porque me tienen miedo, pero es de envidios@s nomás que dicen eso, mira que la gente es mala con la lengua.


Pues eso, que llego a mi primera sesión con "la nueva", y lo primero que me dice es que quiere ser
franca conmigo, que ya se le suicidaron 2 pacientes en el último mes y que con uno más  le quitarán la licencia, así que si vamos a comenzar este camino juntos (siempre utilizan este lenguaje poético todas, no se si lo aprenden en la facultad o viendo alguna película de esas fetiche en esta profesión), que le demuestre que tengo alguna aspiración interesante a hacer en esta vida y que no me voy a tirar por la ventana en una semana porque o sino no arrancamos.
Yo pensé por un rato en su propuesta y lo único que logré sacar fue que tengo un par de billetes para ir a ver a la Gaga el 8 de noviembre. Muy
bonito, me dijo ella. Pero... ¿y al día siguiente qué? agregó. Es el referendum  contesté yo pensando que en la escuela primaria las maestras te hacían preguntas más fáciles, o al menos las respuestas a todas las preguntas que te hacían estaban en el mismo libro que pasaba de generación a generación. Es que ahora con la interné, el google y la wikipedia ya no hay libros, y eso nos confunde a todos.

Ay, suspiró ella, es que así no llegaremos a ningún lado, xato (no me gusta que me digan ni "xato" ni "guapo", pero no se lo iba a decir en la
primera sesión. Ya habrá oportunidad). Para estar seguros que tienes alguna aspiración interesante en esta vida, vete a tu casa y haz una lista de 10 cosas que quisieras hacer antes de traspasar (que esta palabra también me suena raro, pero por aquí se usa con frecuencia) a la otra. Y mas bien que pongas algo difícil de conseguir, que sino mucho futuro no tendrás ni conmigo ni con la vida en general. Tampoco pongas todo im-po-si-ble de conseguir porque sino te acabarás suicidando porque no consigues ninguno de tus objetivos de vida.

Y se acabó el primer round, y aquí estoy haciendo mi lista de 10 cosas que quisiera hacer antes de tirarme
por la ventana, que va ordenada de alguna manera que debería ser de la menos importante a la más importante. A ver si me las aprueba en la próxima sesión o tendré que ir al recuperatorio, que todavía no entiendo muy bien cómo es la evaluación continuada en esta terapia. Cómo extraño a nuestras maestras de las escuelas primarias. Con ellas todo era más fácil..




Puesto nro. 10: ver Frozen en V.O. y en 3D
En algún momento uno decide que ya es mayor y deja de ver películas de Disney, pero después te toca ver a la entrega de Losos Car, y te enteras que hay una canción que se llama Let it Go, y que después ves el video en el youtube y te entran ganas de ver la peli, pero resulta que en el país donde te toca vivir la pasan en cualquier idioma que se te ocurra pero no en versión original, pero yo ya me aprendí todo eso de "the cold never bothered me anyway" y quisiera verla así como sí, no doblada ni al chino mandarín o naranjín, la quiero ver en versión original. Y en 3D, claro, que hay que ver her soul spiraling in frozen fractals all around pero en 3D. A ver si este verano cuando pase por la home of the brave consigo encontrar algún cine lleno de criaturas a los gritos y/o llorando que todavía pase esta película. Y espero que se callen cuando llegue la canción porque sino me escucharán.


Puesto nro. 9:  una maratón de los Simpsons
Yo soy un fan un poco descuidado de esta serie, que cada vez que la encuentro por la tele o por alguna pantalla de avión etc, etc, la miro con gusto, y de hecho consumiría más de ella sino fuera porque a mi marido no le apasiona demasiado. Es que a él todo lo que sea reírse del prójimo realmente no le va, y me tiene hasta la nariz de series de esas de detectivos, policías o doctores que se ve que no tienen nada que hacer en sus casas porque están todo el día trabajando. Pero me gustaría un día sentarme y ver desde el episodio 1 hasta el último de los Simpsons. En versión original, claro,. Y volverme un erudito del tema. Supongo que necesitaré como una semanita para completar con el tema, pero me lo pasaría muy bien. Con unas cuantas latas de cerveza Duff, habrá satisfacción garantizada.


Puesto nro. 8: ir a  Burning Man
Este tema lo veo un poco delicado, porque ocurre justo cuando no puedo estar por allí, pero además todo esto transcurre en un desierto, y ya me llevó el año pasado mi marido a pasar unos días al desierto. Quelle horreur! Yo no vuelvo allí ni borracho, pero me han contado que puedes participar de este mega evento de frikis y admiradores durante las noches, y por las mañans irte a dormir a algún hotelito con aire y piscina. Algún día de estos me pido un sabático y me aparezco allí en mi mejor traje de lady Gaga disfrazada de lady Gaga, y será lo más.


Puesto nro. 7: viajar en First Class
Que quede claro que es "primera clase", no me vengan con business o algún inferior equivalente. Yo quisiera algún día de mi vida viajar como un rey en un vuelo largo, de más de 4 horas. Y en lo posible no tener que pagar por ello, que está claro que los azafatos más guapos están allí y a nosotros los de la clase-ganado nos tocan como personal de bordo unos personajes dignos de una película de Almodóvar. Yo quiero viajar en first, que me den champagne y caviar antes de partir, saludar a las celebrities que siempre andan por allí, poder estirar los pies durante todo el vuelo, y llegar a destino más fresco que antes del embarque. Ya me tocará, es solo cuestión de esperar a que un día se produzca el milagroso upgrade. In the meantime... hay que bajar de peso porque los asientos en la clase-ganado vienen cada vez más chicos y el espacio entre los mismos ni te cuento...


Puesto nro. 6: conversar con un/a sexual surrogate
Desde que descubrí que en el mundo no solamente hay dos clases de mujeres como te enseñaban las maestras de catecismo (las buenas y las reventadas), sino que también estaban las sexual surrogates, me entró una curiosidad por conocer alguno de ellos y conversar un rato. No se si me animaría a preguntarle por sus temas de investigación ya que creo que me daría un poco de corte, pero alguna charlita aunque sea banal me dan ganas de tener. Igual, dado que la película que las hizo conocidas está basada en una historia real ocurrida muy cerca de por donde me toca pasar el verano, quizás ya haya conocido a más de un@ solo que no me he enterado. Es@s enfermer@s que son amig@s de mi marido son los candidatos fijos a ser en realidad otra cosa. Ya tendré todo julio y agosto para hacer de detective y ver si me encuentro algun@...


Puesto nro. 5:  ver una película en un autocine
Porque dime tú cual es la gracia de echarte novio guapo, rubio y de ojos azules si no es para que te lleve al autocine en su coche a ver una de esas sesiones al aire libre mientras te echa mano ahí mismo, como ocurren justamente en las películas que uno veía en su infancia. Mi marido dice que ya no existen más, pero yo encontré por la interné uno que no está muy lejos, como a unos 100 km de nuestra residencia de verano. A ver si consigo que me lleve, aunque para él lo único bueno que tiene esta aventura es de poder hacer entrar a gente sin pagar escondiéndolos en el maletero del auto.



Puesto nro. 4: tomar mate en la Antártida
Éste es el único continente al que si no le pongo algún objetivo fijo como para ir, nunca lo pisaré. Los otros pedazos de tierra tarde o temprano caerán, pero aquí nunca me van a invitar ni pagar el pasaje para ir allí, así que me tendré que inventar yo alguna excusa para acercarme. El viaje obviamente tendrá que ser en verano porque me da terror el mar frío junto con la oscuridad. Y tampoco espero estar mucho tiempo por allí que con un par de fotos, acariciar unos pingüinos y un matecito que vendrá bien porque seguro hará frío ya me conformo. No quiero ni mirar el coste de esta aventura porque ya lo he hecho. Un riñón...


Puesto nro. 3: asistir a una boda en la India
Y que quede claro que quiero asistir como invitado a una boda en la India, lo cual pone a este objetivo como una "figurita difícil" ya que para ello tendría que conocer alguna pareja que vaya a casarse por allí. Y obviamente tendría que ser una pareja de locales, que yo quiero participar de la boda-boda con todos los familiares bailando bollywood por 3 o 4 días como en las campanades de boda. A ver si alguien se me anima y se me pone a noviar en serio con un/a indi@ (que su familia pueda pagar una boda decente, claro), que me haría mucha ilusión...

Puesto nro. 2: Aparecer en un video de la Gaga
Es que encuentro sus obras geniales, como  piezas insólitas de algún museo de arte mamarrachil que se exhiben gratis en el youtube. Y yo quisiera ser parte de este gran movimiento artístico. Obviamente que con alta probabilidad no se me vería ni la cara ni el aspecto físico, que la peña lleva puesta cada cosa en esos videos (podría hacer hasta de planta carnívora), pero no quisiera pasar a a eternidad sin antes ser parte de este fenómeno que hace y hará hablar al planeta por los siglos de los siglos, si queda alguien para hablar en este planeta por los siglos de los siglos. Amén.


Puesto nro. 1: un viaje al espacio
Si tanto Labulock como Howard Wolowitz fueron capaces de sobrevivir allí, yo creo que también podría hacerlo. Eso sí, no me gustaría que me pasara todo lo que le pasó a Labulock pobrecita allá arriba, que mira que tener que aguantarte al Yorch Kluny hablándote todo el tiempo al lado tuyo sin nadie que venga a tu rescate es algo que no se le deseo ni a mi peor enemigo. Esto va a costar un dineral y encima como que si el programa espacial yanki siga demorado, no me quedará otra opción que cambiar marido por un millonario ruso de esos que vienen a pasar los fines de semana por aquí, y conseguir el OK del Kremlin para poder viajar p'allá arriba. Lo veo difícil...

jueves, 8 de mayo de 2014

52... crack...uhhh



De repente se me vino a la cabeza como casi una bofetada del tiempo: mi marido había cumplido 52 años, que era justo la edad en que a una de las viejas del barrio le había ocurrido eso que hizo que todos recordáramos su edad. Y sí, vieja, porque con 52 años ya se era vieja en esa época en que éramos pequeños allá en el corral ese donde nos tocó pasar nuestra infancia.

Y el tema de los 52 años lo tengo bien presente en la cabeza porque
los acontecimientos que se sucedieron en aquellos días involucraban su edad de una manera bastante directa. Y la historia resultó ser más o menos como lo que sigue: por aquellos días comenzó a circular la noticia de que a doña T. se le había "roto" el televisor. No recuerdo si parte de la historia inicial era que sus nietas estaban jugando en su casa ese día, y en algún movimiento en falso acabó pagando el pato la tele que andaba por allí, o que esta anécdota también fue parte de la gran bola que se fue montando alrededor del televisor roto.
Hasta donde yo recuerdo, la historia inicial era "se le rompió el
televisor a doña T," y todo lo que siguió después fue añadidura. Quizás también fue inventado lo de la parte de las nietas que estaban jugando por ahí cerca y le dieron con una piedra, que lo de la piedra también apareció más tarde.
Intento de alguna manera desenhebrar los pedazos de la historia para ver si puedo separar "historia real" de "fantasías animadas de ayer y hoy", pero es casi imposible. Todo esto ocurrió hace más de 30 años y los pocos testigos de esa historia seguramente recuerdan menos que yo. Quizás ni siquiera era cierto eso de que "se le rompió el televisor" sino algo más leve como que se le quemó un fusible o algo así, pero ya no lo podremos saber. A lo mejor es cierto eso de que la verdad es como una especie de promedio entre todo lo que recordamos o creemos recordar, y nos hemos de contentar con eso, con el promedio.
Pero por algún lugar hay que comenzar a tirar de la madeja, y digamos que todo comenzó con que a
doña T. se le rompió el televisor, y luego de que esa historia comenzó a circular por el barrio, alguien agregó -con la mala saña que caracteriza a los habitantes de Macondo- el consabido veneno: "mucho no se puede quejar la vieja esa porque ese televisor tenía más o menos la edad de ella", novedad que nos hizo  comenzar a preguntarnos sobre la verdadera edad de doña T. Y aquí tampoco consigo dilucidar si hicimos alguna especie de aproximación estadística de la edad de la vieja esa y quedamos en que tenía 52 años, o si consultamos a algun@ de l@s viej@s del barrio, que siempre a cambio de una media hora de compañía después de la siesta eran
capaces de contarte historias como "y.... doña T. debe de tener unos 50 o 52 años porque recuerdo que compró ese terreno donde vive ahora en el 59, y ya venía con un hijo o sea que más o menos tendría unos 20 o 22, y como su marido hizo el servicio militar en el 48 pero -claro- él es más viejo que ella..." 
La cuestión es que con el añadido de la edad de doña T., la noticia fue adaptada a "se le rompió el televisor a la vieja. Un televisor que tenía tanta edad como ella misma. 52 años".  Si uno hubiera tenido acceso a la wikipedia en aquellos días esta hipótesis ya habría sido descartada allí mismo, ya que si hubiera sido cierta eso,  el televisor de doña T. habría sido comprado entre 1928 y 1930, coincidiendo más o menos con el inicio de la comercialización de los primeros televisores que salieron al mercado, y se vendían exclusivamente en Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia, todos estos lugares muy alejados de Macondo.

Pero no lo sabíamos, así que lo repetíamos sin cesar "se le rompió el televisor a doña T. Un aparato de
la misma edad que ella. 52 años." A esta historia obviamente le faltaba algún condimento, que así como estaba no le iba a interesar a nadie. Y así fue que para la version 3.0 de la misma, a alguien (que no fui yo, no porque quisiera defenderme de algo sino porque estoy seguro que a mi jamás se me ocurriría el siguiente "twist") le agregó esta pincelada a la historia: "Doña T. cumplió años. Se deprimió tanto con la edad que se hizo de una piedra y la lanzó contra el televisor haciéndolo pedazos. El televisor fue elegido como objeto de desahogo de tanta furia ya que tenía tantos años como ella. 52"

Y ahi sí que ya teníamos una historia interesante para contar y
desparramar por todo el vecindario. Obviamente la gente mas o menos mayor no se creía para nada el relato, pero en el segmento que va de 13 años para abajo tuvimos bastante éxito. Como cualquier comunidad de esas de las cavernas que está en proceso de evolucionar, también nos hicimos de un cantito que sintetizaba todo el cuento: el "52...crack....uh" que esencialmente representaba los 3 grandes momentos de la tragedia:
52: cuando doña T. entra en estado de shock al darse cuenta que tiene 52 años y ya está vieja;
crack: el sonido de la piedra que le da al televisor
uhhh: el momento en que ella se larga a llorar de la bronca y frustración que le produce estar vieja.
Y andábamos por allí todo el tiempo cantando "52...crack...uhhh, 52...crack...uhhh,..." que parece un
entretenimiento de lo más inocente, si no fuera porque (ahora que ya estamos lejos en el tiempo podemos excusarnos diciendo que éramos niños y solo nos estábamos divirtiéndonos, pero cada tanto no puedo evitar pensar que todo ésto era una salvajada) una de las personas elegidas para compartir toda esta historia fue el mismísimo hijo de doña T. que también formaba parte de nuestra pandilla. El hijo de doña T. que años más tarde nos enteramos (y suponemos que también se enteró él) que en realidad era su nieto, y que su hermano mayor era su padre, y todas esas cosas que Almodóvar siempre cuenta muy bien en sus películas, pues mira que ya a menos de 100 metros teníamos material para entretenernos y darle a la lengua, solo que l@s viej@s del barrio se lo callaban muy bien y por eso teníamos que entrenar nuestra lengua con historias tan simplotas como la del 52...crack...uhhh. Es que el problema como siempre era el mismo: que no nos enseñaban en las clases de matemática a resolver los problemas que verdaderamente importan: "si tú tienes 7 años y tu madre 52, calcula la probabilidad de que tu madre no lo sea de verdad". Eso tendríamos que haber aprendido y no tanto diagrama de Venn y tanto pintar pasteles que era lo que se llevaba en esos días en las clases de mates.
Pues eso, que una tarde encaramos al hijo-nieto de doña T. para preguntarle como si realmente fuera una curiosidad que realmente quisiéramos saber, e intentando no reirnos mucho en el intento: "es verdad que tu madre de deprimida que estaba porque cumplió 52 años le tiró una piedra al televisor que lo lo hizo pedazos y luego se largó a llorar desconsolada?" Obviamente el hijo-nieto negó toda veracidad a la historia, pero lo único que consiguió fue que la infláramos más aún a costa de decir que él por vergüenza estaba negando lo que ya todos sabíamos. Y el pobre chico encima se tuvo que aguantar que anduviéramos cantando todo el tiempo 52...crack...uhhh a sabiendas que los 52 venían de la edad de
su madre-abuela. Recuerdo que una vez estábamos haciéndole a él el cantito ese del 52...crack...uhhh , 52...crack...uhh.... y apareció de repente la mismísima doña T. y con verdadera inocencia preguntó de qué se trataba el cantito ese. Su hijo-nieto cobardemente le contestó que era un juego inventado por nosotros, lo cual algo de verdad tenía, que toda esta historia no era más que un juego y que como no teníamos nada más que hacer, le seguíamos dandole caña al tema mañana, tarde y noche.  Incluso habían representaciones "orales" de la historia, cuando alguno de los más imaginativos de la pandilla teatralizaban cada uno de los momentos de esta historia: en el primer acto aparecía la T. con las manos en las mejillas profundamente acongojada y deprimida por haber llegado
a ser una vieja de 52; en el segundo acto ella no aguantaba más tal tragedia y se hacía de una piedra convenientemente ubicada al costado del aparato electrónico para hacerlo trizas en un instante. Y el último acto acababa con ella llorando desconsoladamente quizás con una mano puesta sobre los restos de la víctima. Todos escuchábamos con atención cada uno de estos momentos, seguramente riéndonos a carcajadas en la etapa final que ahora mirándolo a la distancia, dime tú qué motivos hay para reirse ante semejante drama. Igual, la historia era repetida y teatralizada día tras día, con el objetivo de que la recordemos y se la contemos luego a nuestros hijos, y luego a nuestros nietos, y/o a nuestros hijos-nietos.

También recuerdo que a veces cuando la veíamos pasar decíamos "ahí viene 52" o -peor aún- le gritábamos ese número como si fuera un insulto. Pobre mujer, aunque yo creo que en realidad ella  nunca se dio cuenta de todo esto así que por ahí los pobres éramos nosotros nomás...

En algún momento obviamente la historia del 52 dejó de serlo para dar paso a otras más o menos interesantes de nuestra infancia, y que yo sepa nadie salió con ningún trauma fuerte de esta experiencia (después vinieron otras que ni te cuento lo que fue... unos dramones, nena), a doña T. se le murió el marido unos años después, y ella vivió por varios años más dedicándose al prójimo como decía Jesús en el Evangelio que hay que hacer. Por ahí cerca de donde todos estos hechos ocurrieron hay un centro social que lleva su nombre.
Y ya en volviendo a la realidad, toda esta historia pasó por delante de mi como una ráfaga de viento caliente por obra y arte de las dendritas traicioneras que uno siempre lleva adentro, y a mi justo me viene todo esto a la cabeza mientras observaba a mi marido soplar dos velitas, una con forma de 5 y  la otra de 2, la segunda a la derecha de la primera. "Debe estar ya hecho un viejo de mierda y yo
todavía no me doy cuenta" fue mi primer pensamiento, pero no le di mucha importancia. Al rato ya tenía a esas voces que siempre están por ahí retozando alrededor de mi cabeza repitiéndo el "52...crack...uhh, 52...crack...uhhh,..." Y espero que la vieja esté ya en el cielo descansando en paz y no allá abajo,  y que sea su espectro el que viene visitarme y no dejarme en paz hasta la eternidad, o hasta que mi marido llegue a los 53 dentro de un año. Estoy casi seguro que doña T. tiene que estar por allí arriba retozando con el Altísimo, porque era una mujer buena y encima se tuvo que comer eso de criar a su nieto como si fuera su hijo... aunque también estuvo el episodio ese de cuando ella misma "casó" con sus propias manos a su hermana con un divorciado en la basílica más próxima a sus domicilios. Si eso hubiera ocurrido con
la nueva administración clerical que hay ahora vaya y pase, pero todo eso pasó con el anterior del anterior, y no se si en esos días te hacían la vista gorda como ocurre ahora a la hora de atravesar la burocracia celestial que determina si te toca cielo/infierno/purgatorio/ninguno de los anteriores. En fin, espero que las voces éstas acaben pronto. De momento, para pasar el tiempo, pienso en el televisor que tenemos en casa, que todavía no tiene ni 10 años pero no vendría mal que se rompiera o que alguien se lo llevara (porque mi marido no lo va a tirar la calle mientras sigue funcionando, es lo malo de convivir con un ambientalista) así nos compramos uno más grande, de plasma y con conexión a internet. A ver si consigo que se deprima con su edad y se anime a dar el paso. Ya puse unas piedras cerca del aparato. Es solo cuestión de esperar...