El boliche (2)
Lo unico que vi fue un montón alli que gritaban juntos "¡chiribi, chiribi!"
(Tránsito Cocomarola)
(Tránsito Cocomarola)
Pido disculpas por haberme demorado un poco en retomar esta historia, pero tuve que pasar una temporada en prisión por un crimen que no cometí y ese fue esencialmente el motivo de la tardanza. Es extraño lo de la prisión, que parece que todos los que caemos detrás de las rejas siempre es por un crimen que no cometimos. El sistema judicial es así, qué se le va a hacer.
La cuestión es que este asunto me mantuvo entretenido por unos días, y por eso tardé en volver aquí a seguir con el tema del boliche, que lo que yo quería contar en realidad era cómo es la experiencia de ir al boliche por estos lares y no lo de la otra vez, así que aquí vamos.
El boliche que a mi me toca por proximidad al lugar donde vivo, y al que tengo que ir cada tanto porque esto es como en las parroquias, uno no va a la que le gusta sino a la que le corresponde por geografía, sino los de la pastoral se enojan y te reprochan. A lo que iba, que mi boliche parroquial es uno que está cerca de la estación del metro y para entrar hay que descender por unas escaleras como si uno bajara al metro. No voy a dar más detalles de nombres ni nada por el estilo porque este blog no vive de la publicidad y tampoco quiero que se sepa por dónde estoy todo el tiempo, igual no hay conexión ni de internet ni wifi por allí abajo así que no me podréis encontrar y listo.
Ahora, Mercedes R.I.P. (la de la entrada anterior) tenía razón. Uno va por varios motivos al boliche: el más ingenuo de todos es "voy a bailar". Esa excusa no se la cree nadie, que para eso te quedas en tu casa, te pones los auriculares a todo lo que da el volumen y la diversión te sale a cuenta. Después está la peña que va ahí a reunirse con sus amigos y conversar como si estuvieran en la playa, aunque prefieren pagar aquí 4 euros por botella de agua y bastante más por el alcohol para practicar semejante deporte. Allá ell@s.
Y finalmente hay un grueso enorme de gente que va allí con motivos que nunca se sabe bien cuáles son, porque La Verdad (así como la wifi y la conexión de teléfono móvil) no suele tener área de cobertura en estas profundidades.
Un primer consejo que seguramente nos daría Mercedes R.I.P. si estuviera todavía entre nosotros es el siguiente: si estás con el ánimo caído, éste NO es un buen lugar. Y aunque los psicoanalistas argentinos intenten convencerte de que no es verdad eso, que haces bien en venir aquí para relajarte… no. Que al menos en este antro al que me toca ir ahora no se llega al "la gente no respira para no arrugarse" que alguna vez escuché eso de un boliche de la Buenos Aires pre-K. Pero entre l@s que van a su bola, l@s que ya están pasados de alguna que otra sustancia, l@s div@s, l@s histeric@s, y cualquier otro grupo equivalente a éstos, puedes salir más solo de lo que has entrado, e incluso creyéndote ese mito que anda circulando por ahí (que obviamente lo dispersan los psicoanalistas argentinos para conseguir más clientes) que dice que la cantidad de personas vivas en el planeta es impar y justamente tú eres la que se va a quedar sin pareja. Eso no puede ser verdad, ya de por sí es difícil hacer el diferencial entre los muertos y los vivos del globo. Aún así, es casi imposible que siempre se mantenga la paridad. Además habría que identificar a las relaciones uno-muchos -como las monjas o las mormonas casadas por (su) iglesia, por ejemplo- para decidir si finalmente hay alguien que se queda solo, pero no vamos a ahondar en ese tema por aquí.
Una sugerencia por si eres de esos que van ahí a levantar su ánimo personal (que no serás ni el primer ni el último ser humano que hace eso) podría ser de pasearte primero por la zona como "explorando" el terreno, que seguro encontrarás alguien que te mira con interés. Que no quiere decir con interés sexual ni emocional ni nada por el estilo (aunque podría ocurrir), solo con interés. Seguro que existe esa persona, si no la encuentras en la primer ronda, espera unos minutos que siempre hay más gente entrando al lugar, tómate un par de tragos (que eso también ayuda para bajar el listón), y ensaya otra vez. Y si pasado un buen rato vieras que no lo consigues, sal rápido de ese lugar y búscate otra parroquia.
Una vez identificada la persona interesada, esta pasará a ser tu "admirador|a imaginari@". Si eres pavot@ irás a hablarle inmediatamente, pero arruinarías el juego. Justamente la gracia de esta elección es que esa persona que acabas de elegir es la que usarás como "plan B" cuando no consigas el interés de nadie más, algo muy frecuente en estos lugares. Y es más, te conviene que tu admirador|a imaginari@ se vaya pronto de allí, así te queda la fantasía de que seguramente habrías podido hacer lo que quisieras con el|la si lo hubieras querido. Pero se fué, el|la se lo pierde y tú te ahorras ir al diván por un par de semanas.
Una vez detectado el admirador|a imaginari@, se ha de pasar al otro extremo. En este caso, se trata de conseguir lo que en algunos circuitos intelectuales comunmente se denomina como "el objeto de deseo", que es intentar detectar lo más guapo, lo más mejor que hay alli en ese antro… que te vaya a tí, claro. Siempre hay uno, y esto es independiente de la cantidad de alcohol que se haya consumido al momento de la elección. Tampoco es recomendable en este caso intentar darle conversación al objeto de deseo una vez localizado el mismo, porque ahí sí que te pasarás en el diván por el resto de los días, noches y fines de semana de tu vida tanto si te da conversación como (evento más probable) si no.
Conseguir estos dos personajes te llevará unos minutos, a veces más a veces menos dependiendo de qué tan llena está la disco y qué tan buena es la visual. Después si no tienes más nada por hacer, te puedes pasar el resto de la noche bailando en una u otra pista, mientras "sigues" cada tanto (con discreción que tampoco es plan que te echen del boliche por pesado) a tus dos sujetos, que como no hay wifi ni red telefonica ahi abajo, no vas a poder jugar ni con tu iphone ni con tu blackberry asi que hay que ingeniárselas para entretenerse de otra manera. Puedes ir cambiando tus objetos de interés/deseo a medida que pasa la noche, esto es una regla válida y hasta es saludable que ello ocurra. Se recomienda además beber cada tanto (con discreción, que el plan borracha es un poco desagradable y ya no se lleva), y también pasearte de una pista a la otra como para tomar un poco de aire.
En la disco a la que yo voy hay dos pistas, en una pasan música pop como esa que se escucha (y se ve) en la eMeTeVe, y en la otra ponen "trance". Yo soy habitué de la pista-trance, que si quieres saber quéloquéseso del trance, o lo buscas en wikipedia o directamente lo escuchas. Aquí tienes como una horita de ese ritmo:
Me gusta bailar trance precisamente porque es del tipo "siempre lo mismo". Aquí no hay expectativas de que si espero unos minutos me pasarán el último de Britni, ni tampoco te dan la lata cada vez que se muere Donna Summer con tres o cuatro de sus hits que todos coreamos abrazados como si fuera el día de nuestra graduación. Aquí en la pista trance siempre se está a un ritmo tribal constante, como si estuviéramos abocados a pedir que llueva de una buena vez, y se llenen de agua los pantanos antes del verano así no hay que comprar agua a Francia. Solo cuando el “beat“ sube un poco, es como si entráramos todos -literalmente- en trance y al final también se convierte en una especie de fiesta de graduación, solo que no nos abrazamos. O al menos no nos abrazamos entre todos.
Otro punto a favor de la pista-trance es que casi cualquier movimiento que hagas con el cuerpo "sigue" el ritmo de la música, no hace falta ser un experto bailarín para sobrevivir en el pogo. Y cuando hay luz estroboscópica, mejor aún.
Yo aprovecho la ocasión para practicar esquí en la temporada de no-invierno al ritmo del trance, que después la cuña se te olvida y no sabés como frenar llegado el momento de pasearte por la nieve. Si pensáis que lo mío es friki, solo hay que mirar alrededor para ver que estoy lo más lejos del ridículo en este lugar, que hay practicant@s de toda clase y estilo: están l@s que cocinan y mueven los brazos cual bruja revolviendo su caldera, l@s aspirantes a mimo, malabaristas, gente intentando volar, asesinos seriales dándole al cuchillo al mejor estilo Jitchcoc, otros meciéndose como cañas de bambú... La gente más colocada que ya ni se sabe de qué va el ritmo... Bollywood NO, que aquí NO ES el lugar, e incluso podría venir el segurata|patovica a sacarte de allí si se te ocurre comenzar a moverte al ritmo bolivuderil que no pega para nada con el trance.
"Perdoname, flaco" diría el muchacho (en mi imaginación, todos los que trabajan de seguridad en estos locales son argentinos y hablan como tales). "Perdoname, pero si te seguís moviendo así te vamos a pedir que te retires, porque nos afeás el local".
Con trance o sin él, el paisaje del boliche va evolucionando a medida que va cayendo la mañana (porque no se en tu país, pero aquí el boliche "abre" a la 1 am y recién se pone interesante sobre las 3,30), y entre lo que va ingiriendo uno a medida que pasa el tiempo, más el resto de los que están allí que también ingieren lo mismo o cosas más pesadas, sobre la hora final ya estamos todos de post-fiesta de graduados, divididos en dos grupos claramente diferenciados: los que siguen en la pista bailando como posesos, y el resto en formato medio zombie, que continúa persiguiendo a su objeto de deseo por todos lados y|o escapando de su admirador|a imaginari@, que para esas horas deberían de haber tres o cuatro de cada clase.
Suele ocurrir que sobre la última hora de marcha llega el momento "liquidación de saldos y retazos" (que no conviene andar contando alegremente por ahí que uno llegó hasta esa instancia ya que habla mal de tu vida), y no es extraño que alguien intente conseguir algo contigo, lo cual se manifiesta con que de repente tienes a una persona hasta ese momento desconocida bailando muy al lado tuyo (así conocí yo a mi marido pero -nobleza obliga decirlo- NO fue a la hora de saldos y retazos sinó mucho más temprano), o mirándote fijamente desde alguna cierta distancia. Tu también estarás un poco desinhibido ya, así que no esperamos que reacciones con prudencia ante esta situación. Pero piensa muy bien que si le das calce a un avance de estos, luego te será MUY DIFICIL deshacerte del paquete, que eso de que "te paso mi numero y hablamos mañana" aquí no va porque el objetivo primario a las 5,30 am en el boliche no es el de encontrar el amor de tu vida.
Mercedes R.I.P. si siguiera viva te recomendaría que si no estás "por la labor", ignores todas estas atenciones. Pero eso no solo queda feo sino que además si sigues sol@, te caerán otros. En cambio ya en la compañía de uno, estás a salvo de acosos posteriores. El problema es después cómo sacarse de encima al caso inicial. Una receta que nunca falla pero que nos da un poco de prurito recomendarla aquí porque que te hagan eso es MUY FEO, es avisarle a tu acompañante ocasional que vas a por una pastilla de carbón porque tienes una diarrea infernal. Funciona, porque nadie por más borracho y pasado de rosca que se encuentre va a querer acompañarte después a ningún lugar si realmente estuvieras en ese estado. Aunque tiene el costado inexplicable de que no hay ser humano que con una diarrea incluso mínima se pase cuatro horas bailando y bebiendo como poseso en ese antro.
Si psicológicamente no puedes tolerar la idea ver ver a alguien escapándose horrorizado de tu entorno, otra solución al problema (siempre y cuando no te vuelvas a encontrar con tu acosador|a en esta vida ni tampoco la otra) es anunciarle que vas un minuto al baño, y te vas para no volver más. Eso sí, asegurate primero que el baño y la salida del boliche quedan en la misma dirección, y que nadie se ofrezca a acompañarte porque sino no es plan.
La cuestión es que mientras uno está sacándose de encima este asunto porque ya tiene que regresar a casa antes que amanezca y|o porque de la curda que lleva encima se corre el riesgo de olvidar cómo se regresa al hogar propio, te das cuenta que tu sweater -ese por el que no quisiste pagar 2,50 euros para que te lo cuiden en el guardarropas y lo has dejado tirado por allí- ya no está dónde lo habías dejado, y se te viene a la cabeza la frase bíblica esa de estar prevenidos porque no sabemos ni el dia ni la hora (Mt. 25, 13). Con la poca lucidez que te queda piensas: o comienzo a buscar mi abrigo por todos los rincones de ese lugar (que hay algunos que son muy recónditos), o me planto en la puerta del boliche hasta que vea salir tu preciada prenda de vestir acompañada de alguien, que seguramente recibirá su merecido.
Pero rápido te das cuenta que no hay nada que hacer, que Mercedes R.I.P. tenía razón, estos lugares son peligrosos. Que mejor volver al boliche en el verano, así no hay que portar ningún abrigo y no volverá a pasar esto, y que ya es hora de ir emprendiendo el regreso. Al trote, eso sí, que todavía no hace calor como para andar en mangas de camisa por la calle a las 6 de la mañana.
La cuestión es que este asunto me mantuvo entretenido por unos días, y por eso tardé en volver aquí a seguir con el tema del boliche, que lo que yo quería contar en realidad era cómo es la experiencia de ir al boliche por estos lares y no lo de la otra vez, así que aquí vamos.
El boliche que a mi me toca por proximidad al lugar donde vivo, y al que tengo que ir cada tanto porque esto es como en las parroquias, uno no va a la que le gusta sino a la que le corresponde por geografía, sino los de la pastoral se enojan y te reprochan. A lo que iba, que mi boliche parroquial es uno que está cerca de la estación del metro y para entrar hay que descender por unas escaleras como si uno bajara al metro. No voy a dar más detalles de nombres ni nada por el estilo porque este blog no vive de la publicidad y tampoco quiero que se sepa por dónde estoy todo el tiempo, igual no hay conexión ni de internet ni wifi por allí abajo así que no me podréis encontrar y listo.
Ahora, Mercedes R.I.P. (la de la entrada anterior) tenía razón. Uno va por varios motivos al boliche: el más ingenuo de todos es "voy a bailar". Esa excusa no se la cree nadie, que para eso te quedas en tu casa, te pones los auriculares a todo lo que da el volumen y la diversión te sale a cuenta. Después está la peña que va ahí a reunirse con sus amigos y conversar como si estuvieran en la playa, aunque prefieren pagar aquí 4 euros por botella de agua y bastante más por el alcohol para practicar semejante deporte. Allá ell@s.
Y finalmente hay un grueso enorme de gente que va allí con motivos que nunca se sabe bien cuáles son, porque La Verdad (así como la wifi y la conexión de teléfono móvil) no suele tener área de cobertura en estas profundidades.
Un primer consejo que seguramente nos daría Mercedes R.I.P. si estuviera todavía entre nosotros es el siguiente: si estás con el ánimo caído, éste NO es un buen lugar. Y aunque los psicoanalistas argentinos intenten convencerte de que no es verdad eso, que haces bien en venir aquí para relajarte… no. Que al menos en este antro al que me toca ir ahora no se llega al "la gente no respira para no arrugarse" que alguna vez escuché eso de un boliche de la Buenos Aires pre-K. Pero entre l@s que van a su bola, l@s que ya están pasados de alguna que otra sustancia, l@s div@s, l@s histeric@s, y cualquier otro grupo equivalente a éstos, puedes salir más solo de lo que has entrado, e incluso creyéndote ese mito que anda circulando por ahí (que obviamente lo dispersan los psicoanalistas argentinos para conseguir más clientes) que dice que la cantidad de personas vivas en el planeta es impar y justamente tú eres la que se va a quedar sin pareja. Eso no puede ser verdad, ya de por sí es difícil hacer el diferencial entre los muertos y los vivos del globo. Aún así, es casi imposible que siempre se mantenga la paridad. Además habría que identificar a las relaciones uno-muchos -como las monjas o las mormonas casadas por (su) iglesia, por ejemplo- para decidir si finalmente hay alguien que se queda solo, pero no vamos a ahondar en ese tema por aquí.
Una sugerencia por si eres de esos que van ahí a levantar su ánimo personal (que no serás ni el primer ni el último ser humano que hace eso) podría ser de pasearte primero por la zona como "explorando" el terreno, que seguro encontrarás alguien que te mira con interés. Que no quiere decir con interés sexual ni emocional ni nada por el estilo (aunque podría ocurrir), solo con interés. Seguro que existe esa persona, si no la encuentras en la primer ronda, espera unos minutos que siempre hay más gente entrando al lugar, tómate un par de tragos (que eso también ayuda para bajar el listón), y ensaya otra vez. Y si pasado un buen rato vieras que no lo consigues, sal rápido de ese lugar y búscate otra parroquia.
Una vez identificada la persona interesada, esta pasará a ser tu "admirador|a imaginari@". Si eres pavot@ irás a hablarle inmediatamente, pero arruinarías el juego. Justamente la gracia de esta elección es que esa persona que acabas de elegir es la que usarás como "plan B" cuando no consigas el interés de nadie más, algo muy frecuente en estos lugares. Y es más, te conviene que tu admirador|a imaginari@ se vaya pronto de allí, así te queda la fantasía de que seguramente habrías podido hacer lo que quisieras con el|la si lo hubieras querido. Pero se fué, el|la se lo pierde y tú te ahorras ir al diván por un par de semanas.
Una vez detectado el admirador|a imaginari@, se ha de pasar al otro extremo. En este caso, se trata de conseguir lo que en algunos circuitos intelectuales comunmente se denomina como "el objeto de deseo", que es intentar detectar lo más guapo, lo más mejor que hay alli en ese antro… que te vaya a tí, claro. Siempre hay uno, y esto es independiente de la cantidad de alcohol que se haya consumido al momento de la elección. Tampoco es recomendable en este caso intentar darle conversación al objeto de deseo una vez localizado el mismo, porque ahí sí que te pasarás en el diván por el resto de los días, noches y fines de semana de tu vida tanto si te da conversación como (evento más probable) si no.
Conseguir estos dos personajes te llevará unos minutos, a veces más a veces menos dependiendo de qué tan llena está la disco y qué tan buena es la visual. Después si no tienes más nada por hacer, te puedes pasar el resto de la noche bailando en una u otra pista, mientras "sigues" cada tanto (con discreción que tampoco es plan que te echen del boliche por pesado) a tus dos sujetos, que como no hay wifi ni red telefonica ahi abajo, no vas a poder jugar ni con tu iphone ni con tu blackberry asi que hay que ingeniárselas para entretenerse de otra manera. Puedes ir cambiando tus objetos de interés/deseo a medida que pasa la noche, esto es una regla válida y hasta es saludable que ello ocurra. Se recomienda además beber cada tanto (con discreción, que el plan borracha es un poco desagradable y ya no se lleva), y también pasearte de una pista a la otra como para tomar un poco de aire.
En la disco a la que yo voy hay dos pistas, en una pasan música pop como esa que se escucha (y se ve) en la eMeTeVe, y en la otra ponen "trance". Yo soy habitué de la pista-trance, que si quieres saber quéloquéseso del trance, o lo buscas en wikipedia o directamente lo escuchas. Aquí tienes como una horita de ese ritmo:
Me gusta bailar trance precisamente porque es del tipo "siempre lo mismo". Aquí no hay expectativas de que si espero unos minutos me pasarán el último de Britni, ni tampoco te dan la lata cada vez que se muere Donna Summer con tres o cuatro de sus hits que todos coreamos abrazados como si fuera el día de nuestra graduación. Aquí en la pista trance siempre se está a un ritmo tribal constante, como si estuviéramos abocados a pedir que llueva de una buena vez, y se llenen de agua los pantanos antes del verano así no hay que comprar agua a Francia. Solo cuando el “beat“ sube un poco, es como si entráramos todos -literalmente- en trance y al final también se convierte en una especie de fiesta de graduación, solo que no nos abrazamos. O al menos no nos abrazamos entre todos.
Otro punto a favor de la pista-trance es que casi cualquier movimiento que hagas con el cuerpo "sigue" el ritmo de la música, no hace falta ser un experto bailarín para sobrevivir en el pogo. Y cuando hay luz estroboscópica, mejor aún.
Yo aprovecho la ocasión para practicar esquí en la temporada de no-invierno al ritmo del trance, que después la cuña se te olvida y no sabés como frenar llegado el momento de pasearte por la nieve. Si pensáis que lo mío es friki, solo hay que mirar alrededor para ver que estoy lo más lejos del ridículo en este lugar, que hay practicant@s de toda clase y estilo: están l@s que cocinan y mueven los brazos cual bruja revolviendo su caldera, l@s aspirantes a mimo, malabaristas, gente intentando volar, asesinos seriales dándole al cuchillo al mejor estilo Jitchcoc, otros meciéndose como cañas de bambú... La gente más colocada que ya ni se sabe de qué va el ritmo... Bollywood NO, que aquí NO ES el lugar, e incluso podría venir el segurata|patovica a sacarte de allí si se te ocurre comenzar a moverte al ritmo bolivuderil que no pega para nada con el trance.
"Perdoname, flaco" diría el muchacho (en mi imaginación, todos los que trabajan de seguridad en estos locales son argentinos y hablan como tales). "Perdoname, pero si te seguís moviendo así te vamos a pedir que te retires, porque nos afeás el local".
Con trance o sin él, el paisaje del boliche va evolucionando a medida que va cayendo la mañana (porque no se en tu país, pero aquí el boliche "abre" a la 1 am y recién se pone interesante sobre las 3,30), y entre lo que va ingiriendo uno a medida que pasa el tiempo, más el resto de los que están allí que también ingieren lo mismo o cosas más pesadas, sobre la hora final ya estamos todos de post-fiesta de graduados, divididos en dos grupos claramente diferenciados: los que siguen en la pista bailando como posesos, y el resto en formato medio zombie, que continúa persiguiendo a su objeto de deseo por todos lados y|o escapando de su admirador|a imaginari@, que para esas horas deberían de haber tres o cuatro de cada clase.
Suele ocurrir que sobre la última hora de marcha llega el momento "liquidación de saldos y retazos" (que no conviene andar contando alegremente por ahí que uno llegó hasta esa instancia ya que habla mal de tu vida), y no es extraño que alguien intente conseguir algo contigo, lo cual se manifiesta con que de repente tienes a una persona hasta ese momento desconocida bailando muy al lado tuyo (así conocí yo a mi marido pero -nobleza obliga decirlo- NO fue a la hora de saldos y retazos sinó mucho más temprano), o mirándote fijamente desde alguna cierta distancia. Tu también estarás un poco desinhibido ya, así que no esperamos que reacciones con prudencia ante esta situación. Pero piensa muy bien que si le das calce a un avance de estos, luego te será MUY DIFICIL deshacerte del paquete, que eso de que "te paso mi numero y hablamos mañana" aquí no va porque el objetivo primario a las 5,30 am en el boliche no es el de encontrar el amor de tu vida.
Mercedes R.I.P. si siguiera viva te recomendaría que si no estás "por la labor", ignores todas estas atenciones. Pero eso no solo queda feo sino que además si sigues sol@, te caerán otros. En cambio ya en la compañía de uno, estás a salvo de acosos posteriores. El problema es después cómo sacarse de encima al caso inicial. Una receta que nunca falla pero que nos da un poco de prurito recomendarla aquí porque que te hagan eso es MUY FEO, es avisarle a tu acompañante ocasional que vas a por una pastilla de carbón porque tienes una diarrea infernal. Funciona, porque nadie por más borracho y pasado de rosca que se encuentre va a querer acompañarte después a ningún lugar si realmente estuvieras en ese estado. Aunque tiene el costado inexplicable de que no hay ser humano que con una diarrea incluso mínima se pase cuatro horas bailando y bebiendo como poseso en ese antro.
Si psicológicamente no puedes tolerar la idea ver ver a alguien escapándose horrorizado de tu entorno, otra solución al problema (siempre y cuando no te vuelvas a encontrar con tu acosador|a en esta vida ni tampoco la otra) es anunciarle que vas un minuto al baño, y te vas para no volver más. Eso sí, asegurate primero que el baño y la salida del boliche quedan en la misma dirección, y que nadie se ofrezca a acompañarte porque sino no es plan.
La cuestión es que mientras uno está sacándose de encima este asunto porque ya tiene que regresar a casa antes que amanezca y|o porque de la curda que lleva encima se corre el riesgo de olvidar cómo se regresa al hogar propio, te das cuenta que tu sweater -ese por el que no quisiste pagar 2,50 euros para que te lo cuiden en el guardarropas y lo has dejado tirado por allí- ya no está dónde lo habías dejado, y se te viene a la cabeza la frase bíblica esa de estar prevenidos porque no sabemos ni el dia ni la hora (Mt. 25, 13). Con la poca lucidez que te queda piensas: o comienzo a buscar mi abrigo por todos los rincones de ese lugar (que hay algunos que son muy recónditos), o me planto en la puerta del boliche hasta que vea salir tu preciada prenda de vestir acompañada de alguien, que seguramente recibirá su merecido.
Pero rápido te das cuenta que no hay nada que hacer, que Mercedes R.I.P. tenía razón, estos lugares son peligrosos. Que mejor volver al boliche en el verano, así no hay que portar ningún abrigo y no volverá a pasar esto, y que ya es hora de ir emprendiendo el regreso. Al trote, eso sí, que todavía no hace calor como para andar en mangas de camisa por la calle a las 6 de la mañana.