domingo, 5 de febrero de 2012

El boliche

Your disco, your disco, your disco needs you
(Kylie Minogue)

De acuerdo a güikipedia, un boliche "en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, es según el contexto, un almacén de ramos generales (esto en las áreas rurales), ó un club nocturno, discoteca o bar."

Corrientes no es una zona rural ni lo era cuando yo era adolescente (y si dijera aquí otra cosa, pobre de mi), así que por descarte los boliches eran esos lugares adonde se iba de noche a bailar. Como ocurre en todo grupo de tres o más personas (esto debe de ser algun teorema en sociología, si es que hay teoremas allí), habían jerarquías de boliches y no todo el mundo podía ir al boliche que quisiera, sino al que le tocaba de acuerdo a su condición social. No éramos tan modernos en esa época, así que el aspecto, la raza y la ropa eran los únicos factores que determinaban el puesto en el gallinero. Y podía ser algo terrible que se dijera de una (siempre las mujeres llevan la peor parte) que no la dejaron entrar al boliche que le tocaba en suerte por no llevar su clase con dignidad. Recuerdo de un rumor que se esparció rápido por todo el barrio: que a una tal Celia se le había negado la entrada al "Savage" porque llevaba puesta una vincha de toalla sobre la cabeza y (sic) "unas chatitas del año del pedo".

Perdoname le habría dicho el guardia de seguridad de la puerta, pero con esa ropa aquí no podés entrar remató. Es obvio que eso que se decía que le dijeron no era cierto, porque nunca usan el tema de la ropa para negarte la entrada, las excusas son más sutiles. Los seguratas estos son brutos pero no tontos. Igual, la pobre Celia pasó por culpa de esta historia que la tuvo como protagonista principal a ser considerada la crota del barrio por un buen tiempo, sin derecho ni a beneficio de la duda ni a decir algo en su defensa. Es que nunca fue formalmente acusada de nada, fue solo un rumor que se extendió por allí (y no está políticamente bien decirlo, pero el rumor lo comenzó otra mujer envidiosa del éxito local de la pobre Celia). Qué le vamos a hacer, Celia, c'etait la vie en Corrientes town aunque tan mal no te fue en esa vida según me comentaron últimamente.

Y ya que estamos en eso de los grupos que le tocan a uno y demás, yo también pertenecía a uno donde se consideraba que ir al boliche no estaba bien. No voy a comenzar a comentar los detalles sobre cómo se había llegado a la conclusión de que ir a bolichear estaba mal porque puede dar lugar a una tesis de doctorado en sociología o siquiatría y no es este el plan. Digamos que estaba mal ir y listo.

Cada tanto aparecía algún rumor de que habían visto a una de las del grupo el viernes pasado allí donde no debería de haber estado (siempre eran mujeres a las que se veían o se dejaban ver allí) y se armaba la de Cristo. Y había llanto y rechinar de dientes (Mt. 8, 12), y se acusaban, y se arrepentían, y se pedían perdón... y llegaba un nuevo fin de semana y ve tu a saber qué nueva acusada sacábamos de allí. Yo creo que con las chicas había más control porque se ve que ellas quedaban mas escrachadas o expuestas en estos lugares. Pobres, ellas siempre llevan la peor parte. Alguna vez escuché a algunos de los jerarcas del grupo decir(nos) que en los boliches habían chicas contratadas para tentar a la clientela. No se si tenía razón o no, pero mira que a los boliches a los que voy ahora primero que hay pocas chicas, y que si encima las contrataron para tentar a la clientela, no deben de ser muy buenas en el oficio porque éxito seguro que no tienen. Otra excusa vox populi era el tema de que si las chicas bien se dejaban ver mucho por esos lugares, iban a hacerse pronto fama de ligeritas, y nadie quería eso para ellas, claro. En definitiva, que lo hacíamos por su propio bien.

También estaban las que iban "obligadas" porque era la fiesta de la primavera, o de su colegio, o sus padres las obligaban a pintarse un poco y salir cada tanto, o alguna que otra excusa increible como las anteriores... Un subgrupo de estas pobres magdalenas tuvo su momento de gloria cuando comenzaron a dar el ejemplo encerrándose a rezar el rosario en el baño... del boliche, claro. Nunca lo he visto ya que esto ocurría en el baño de mujeres que nunca fue mi fuerte, pero la hazaña obviamente fue debidamente proclamada y divulgada como un gran éxito de la moral y las buenas costumbres sobre la civilización y barbarie. No se cual habrá sido el resultado de tamaña proeza, pero como los caminos son misteriosos (Sal. 25, 4), nunca se sabe.

En lo que a mi respecta, eso de tener que pagar para entrar a un lugar donde la cerveza cuesta 4 veces mas que en la calle, para luego tener que pedirle a una chica que quiera bailar con uno si es que uno quería bailar, mucho no me llamaba la atención. Aunque confieso que me gustaba bailar, y también me fascinaba un poco el ambiente ese tipo "Broadway" de la pista de baile (¡sois todos iguales! diría mi vecina). Así que la vida sin boliche no era una gran carga para mi. Además, entre fiestas de 15 , cumpleaños, asaltos y reuniones organizadas en casas de conocidos, uno ya tenía la cuota social y bailantera más que cubierta. Es obvio que también tuve mis escapadas al prohibidísimo y antisacrísimo templo de la perdición, que no voy a ponerme yo en plan Virgen Maria porque justamente... no es plan . Fui algunas veces... más bien pocas, ya que la experiencia era siempre parecida: llegar allí, encontrarse con MUCHA gente; varios conocidos (siempre habían 5 o 6 del grupo, en general nos saludábamos cordialmente para ignorarnos por el resto de la noche. Y que conste que yo nunca delaté a nadie), charlar con algunos, hacer de cuenta que no se ve a otros, tomar un poco de cerveza, bailar un rato, mirar las luces y el humo.... e irte a tu casa a las 5 de la mañana. Mucha gracia no tenía la actividad así que hasta casi se agradecía que hubiera alguien que te la impidiera.

Una vez me pasó de encontrarme en la puerta de "Metal" a la mamá de Karina que me preguntó un poco desilusionada si yo también había estado adentro de ese lugar (sic) "oscuro y horrible". Claro, esta pobre señora estaba allí en la puerta porque su hija estaba bailando o haciendo nosequé ahí adentro (rezando el rosario seguro que no era, porque Karina no era de las piadosas) y la tenía a su madre esperándola a las cuatro de la mañana congelada ahí afuera, sin dar señales de vida... En los boliches de antes, el DJ hablaba por un micrófono, dedicaba temas, animaba a la gente a bailar, y cada tanto escuchabas que además decía: "a Susana Torio la espera su madre en la puerta". Por suerte a mi nunca me fueron a buscar, que no me gusta la fama fácil...

Igual, como ya dije antes, mucho no iba y como que no me gustaba así que casi que hasta podía dedicarme a lavar la cabeza al resto de la gente con el tema de que está mal ir allí, cosa que nunca hice porque ya bastante calvario tenían las pobres, que siempre son ellas las que más sufren en esto. Pero lo mejor de todo es que tenía entre mis manos la carta del triunfo, que la mismisima Mercedes R.I.P. -que era como la super líder espiritual de nuestro grupo de prohibiciones (porque mi madre no fue la última ni Alicia la primera)- me había dicho una vez "nosotros no decimos que no al boliche, sino que todo a su debido tiempo".

Y yo siempre me tomé muy en serio todos los consejos y enseñanzas de Mercedes R.I.P. Yo -como dicen las escrituras (Lucas 2,9)- guardaba todas estas cosas, meditándolas en mi corazón. Y al final resultó que Mercedes estaba en lo cierto: lo que a mi me faltaba era solo eso, tiempo, ya que 10 años más tarde conoci a mi marido justamente en la pista de baile de un boliche. Y eso por solo nombrar una de las varias cosas interesantes que me ocurrieron "on the floor". Por eso cada vez que vuelvo a casa a las 6 de la mañana después de una noche de esas en la disco que ahora me toca en suerte debido a domicilio, raza y condición social, no dejo de pensar en ella. Solo espero que todo eso de la vida eterna y demás no sea tan así como nos lo explicaban en el grupo, porque si hay algo de cierto en ello y resulta ser que el espectro de Mercedes anda paseándose por todos lados, no quiero ni imaginarme la cara que pondría si viera todo lo que yo veo cada viernes por la noche (aunque me imagino que la música sí que le gustaría). ¿Por qué será que siempre las mujeres -vivas o no- se tienen que llevar la peor parte? Y ahora que me quiten, que me quiten lo bailao!